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484 FIDEL ArzPURÚA DüNAZAR ¿Cómo recuperar ese amor del comienzo? «Hacer las obras del principio» (Kai ta próta erga poiéson, Ap 2,5). Se trata, pues, de construir un camino, un modo de comportamiento, una ética. No es tanto cuestión de ideología cuanto de mecanismos prácticos de socorro y amor. Quizá falte la conmoción inicial, la ilusión básica, aquel «conmoverse» de quien vio al caído en el camino y que puso en marcha todo un conjunto de acciones solidarias en que la propia persona estaba implicada, el samaritano que fue puesto como pro– totipo del ciudadano del Reino (Le 10,33). Por eso, la calidad de la fe viene dada más que por las victorias doctrinales o por la pureza religiosa por la implicación solidaria. De cualquier modo, queda de manifiesto que, dado que el Evangelio es más para gente ilusionada que para personas morales o religiosamente rectas (como lo demuestra, por ejemplo, la oferta a Mateo, un corrupto: Mt 9,9-13 ). Por ello la comunidad de Esmirna que, desde el punto de vista moral o religioso, sería irreprochable tiene que iniciar otra andadura si quiere recuperar el amor primero, cimiento de una experiencia de fe viva y piedra imprescindible en la construcción de la ciudad nueva. 2. Derivaciones El bloque estudiado da pie para sugerir cuáles han de ser las piedras del cimiento de la ciudad nueva si se desea que ésta pase de ser una ensoñación inútil a convertirse en un sueño anhelado y cre– cientemente alcanzable. La correspondiente traducción social hacia el ideal de otro mundo posible puede verse alimentada también por tal espiritualidad. Señalemos algunos de esos componentes de la nueva ciudad de «los seres humanos», como decían los monjes del desierto. 1. La clave del resistente: la insistencia El desaliento siempre ha estado presente en el caminar huma– no, sobre todo cuando las cosas vienen mal dadas, tanto a. nivel personal como social. Un resistente eximio, como lo ha sido Nelson

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