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478 FmEL A1zPuRúA DoNAZAR he encontrado obras tuyas acabadas a los ojos de mi Dios» ( Ou gar heuréka sou ta erga peplérómena enópion tou Theou mou, Ap 3,2). ¿A qué tipo de obras se refiere? El autor percibe que en la comunidad de Sardes «las obras no se corresponden con las normas de Dios» (F. Rienecker, Linguistic Key, p.819). Hay una evidente falta de per– fección moral en el actuar de la iglesia. Pero, al recomendar después que, para huir de ese modo anodino de vivir, habría de recordar «lo que oíste» (Mnémoneue oun pós eiléphas kai ékousas, Ap 3,3) puede ser que a la memoria, o al subconsciente, del teólogo venga aquella expresión de la primera carta joánica: «Lo que existía desde el prin– cipio, lo que hemos oído» (Ho akékoamen, IJn 1,1) que claramente se refiere a lo dicho por Jesús, a su Evangelio. En ese caso, las obras a las que se refiere no son tanto las hechas con perfección sino las realizadas con bondad, porque ese ha sido el comportamiento de Jesús a la hora de hacer sus obras. Más aún, si a pesar de la imperfección en la que vive estaco– munidad hay en ella «unos cuantos que no han manchado su ropa» ( Ouk emolynan ta himatia autón, Ap 3,4), quizá se esté refiriendo no solamente al alejamiento de las prácticas idolátricas (como el andar por las casas paganas que «contaminan»), sino a la más ele– mental vida en bondad. Por eso van «vestidos de blanco, pues se lo merecen» (En leukois; hoti axioi estin, Ap 3,4). Son la gente de la entrega por encima de cualquier situación difícil, los «mártires de la bondad», aquellos que han puesto la bondad por encima del odio, del rechazo y de la persecución. Con estas piedras de bondad se construye el sueño de la ciudad nueva con el que, posteriormente, se culminará el libro. Conecta este ideal de bondad con lo expuesto en el Evangelio: «Sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo» (Eses– the oun hymeis teleoi hós ho patér hymón ho ouranios teleios estin, Mt 5,48). «Con esta frase Jesús descalifica la "perfección" propuesta por los letrados, basada en la observancia de la Ley. Lo que hace al hombre perfecto (bueno del todo) y semejante al Padre es el amor que no conoce excepciones» (J. MArnos, NT, p. 64). La perfección que viene de la norma sistémica cumplida no puede ser cimiento de

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