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CANTANDO EN TIEMPOS OSCUROS 477 yente de Jesús. Es de otra calidad, no evangélica. Y si tal constancia ha de brillar cuando «se ponga a prueba a los habitantes de la tie– rra» por-que se considera que la tierra es mala, tampoco ese tipo de constancia entra en los parámetros del Evangelio (Peirasai tous ka– toikountas epi tes ges, Ap 3, 1O). Las «contradicciones» que desvela la lectura especular abren una puerta a una lectura distinta. Quizá se salve de esta contradicción la promesa del tiempo acortado: «llego enseguida» (Erkhomai takhy, Ap 3,11), promesa fuertemente subrayada por Apocalipsis (Ap 22,20). El acortamiento del tiempo, la irrupción del Reino puede ser realmente un motivo de aliento. No siempre se va a estar en una situación de dura resistencia. Dios acortará el tiempo para que el Reino llegue pronto. La misma acción del creyente, su bondad incluyente es un elemento decisivo para el acortamiento del tiempo. Es así como se puede mantener viva la expectativa del anhelado día del Señor. «La expectativa do– lorosa del "día del Señor" no conduce ni a una exaltación pseudoa– pocalíptica, donde todas las exigencias prácticas del seguimiento se evaporan y olvidan, ni a ese radicalismo in-sensato por el cual las plegarias del anhelo no son más que formas ostensibles de evasión y autoengaño. La expectativa cercana no admite dilación ninguna del seguimiento. ¡No es el talante apocalíptico el que produce la apatía, sino el evolucionista! Es el símbolo temporal de la evolución lo que paraliza el seguimiento; la expectativa cercana, en cambio, confiere a la esperanza aquietada y seducida por la idea evolucionista una perspectiva de expectación y tiempo. La expectativa cercana trae a la vida cristiana el apremio del tiempo y de la acción, es decir, no inhibe de la responsabilidad, sino que la fundamenta. La concien– cia apocalíptica no se presenta fundamentalmente bajo el signo de la amenaza y del miedo paralizante ante la catástrofe sino bajo el signo del reto a la solidad práctica con los 'hermanos más débiles', como se dice en el pequeño Apocalipsis del evangelio de san Mateo» (J.B. METZ, Lafe en la historia, p. 186). 3. ¿Perfección o bondad? ( Ap 3,2) La queja que el vidente tiene contra la Iglesia Sardes es que «no
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