BCCCAP00000000000000000001123

472 Fmn A1zruRúA DoNAZAR tificada con la cena más íntima, la eucaristía» (F. CoNTRERAS, Estoy a la puerta, p. 24) ¿ Qué tiene que ver esto con el gran sueño de la ciudad nueva, techo de la espiritualidad de Apocalipsis? Si Dios transita por la historia humana, si se autoinvita a la creación que él mismo ha he– cho, se está indicando el anhelo imparable de llevar tal historia a una dimensión plena, a un final acabado, a esa ciudad nueva donde la maldición de la historia, la «tristeza de ser hombre» (L. Panero), quede definitivamente arrancada y olvidada. Para mantener el sue– ño de la ciudad nueva no hay argumentos demostrativos, como para cualquier sueño. Pero tener la certeza de que Jesús está sentado en la «cena» de la historia humana es garantía suficiente para creer que tal sueño pueda tener visos de cumplirse. Más aún, aunque este sueño fracasara, eso no impediría el éxito de la «ciudad nueva» en otro planeta, en otra historia, en otro mundo distinto al nuestro. «Qué puede ocurrir con el mundo y qué futuro le aguarda tampoco lo sabe el hombre. Quizá ya fracasaron otros-mundos, quizá Dios puede probar de nuevo, quizá esta misma creación puede producir (o ha producido ya) otros vivientes mejores que nosotros, de los que nunca sabremos porque ni la misma velocidad de la luz tiene tiempo para recorrer toda la inmensidad del espacio. En esa espe– cie de infinitud espaciotemporal que nos envuelve, la frustración de este mundo sería sólo un diminuto percance astrofísico. Los hom– bres podemos añadir que sería precisamente nuestro percance. Y los cristianos profesan que ese percance significaría una verdadera ofensa y dolor de Dios, y una frustración de Su designio amoroso de entablar un diálogo creador con creaturas libres. Quién sabe si ahí puede radicar nuestra única esperanza» (J.I. GoNZÁLEZ FAus, De «la tristeza», p. 19). Tal certeza, más allá de cualquier sentimiento de «ofensa», prueba que el sueño de lo nuevo no es inviable y que, al fin, Jesús se sentará a «cenar» a una mesa, a una puerta que le abra. La herramienta de la especularidad narrativa nos puede ser de utilidad en la relectura de las siete cartas que queremos hacer ahora. Efectivamente, el bloque que abre Apocalipsis está escrito bajo el

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz