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470 FIDEL AIZPURÚA DüNAZAR el libro y en la que podría instalarse uno para elaborar la espi– ritualidad de la resistencia. Sin embargo, resistir desde el amor de la da una dimensión nueva y con mucho mejor pronóstico. La resistencia desde el amor positiviza el hecho histórico; la resistencia desde el rechazo engendra, a su vez, lejanía menos– precio. La única manera de encajar con humanidad la debi– lidad histórica es leerla desde la perspectiva del amor; la del odio desfigura el caminar humano. Una mística de resistencia desde el amor engendra una místi– ca de esperanza. La lectura especular de Apocalipsis muestra claramente que resistir desde el resentimiento lleva a una si– tuación sin horizonte. Desde ahí desaparece la esperanza. Y, finalmente, el amor se reduce, todo lo más, a amar a los de mi grupo, a los de mi «secta». Un amor sectario nada tiene que ver con el camino de amor que propone el Evangelio. Por la capacidad difusiva del amor, se crea una inacabable se– rie de «círculos concéntricos» que terminan por englobar al todo de lo creado hasta soñar con un amor cósmico. Así, la creación adquiere un sentido nuevo. Algo de esto subyace a las visiones cósmicas de Apocalipsis, más allá de los escenarios de derrota que describe por su sujeción a las maneras de la litera– tura apocalíptica de la época. La lectura especular de Apocalipsis permite encontrar una perspectiva de lectura que ayude a «respirar», que abra hori– zontes y posibilidades, que anime, en fin. De lo contrario su lectura se hace sombría y termina siendo poco sugerente para la persona de hoy por su escasez de propuestas creativas. 111. La cena que recrea y enamora (Ap 1,1-4,11) Desde los tiempos de faraón hereje Akenatón (siglo XIII a.C.), como queda reflejado en su himno al sol, hasta nuestros tiempos actuales la comida, la alimentación ha sido decisiva porque conecta

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