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462 FIDEL AIZPURÚA DoNAZAR y político de quien la propuso. Se ha dicho que es «una empresa tan equívoca en los resultados como vacua en los conceptos» (J. RAMONEDA, Frivolidad). O, «un vistoso paquete lleno de aire» (R. MONTERO, Energúmenos). Quizá la crítica más fundamental es aque– lla que apunta a que lo único que parece interesarle a la Alianza es combatir el fenómeno del terrorismo como realidad ajena a las mismas civilizaciones. Posiblemente sea cierto, aunque en ámbitos meramente políticos la posibilidad de plantear un tipo de alianza humana más global sea, hoy por hoy, una utopía. Pero lo cierto es que en algo de eso se halla oculto el anhelo más profundo de la his– toria: las llamadas civilizaciones no han llegado a generar un nivel de fraternidad suficiente para un mínimo y respetuoso entendimien– to entre los humanos. Esa es su tarea y su sueño. Y mientras no se logre, la frustración acompañará a la existencia histórica. Cuando Apocalipsis sueña unas «bodas» para la humanidad, anda rondan– do esta clase de anhelos. 2. ¿Pueblos crucificados o pueblos resistentes? Quizá el vidente del Apocalipsis esté exclusivamente centrado en la hondura de su sufrimiento. Por eso mismo elabora una estrate– gia de resistencia que no parece alejar la exclusión, la venganza y, en algún modo, el odio. Podría haber salido de ese torbellino mirando no solamente en la dirección del propio sufrimiento, sino en la si– tuación de la realidad que genera tal desencuentro, tal persecución. Quizá por ahí podría haber encontrado una salida. Lo decisivo para elaborar una estrategia nueva no es decir únicamente «yo sufro», sino también cómo entender la causa de mi sufrimiento. Desde ese lado la nueva teología católica ha elaborado una her– mosa espiritualidad para tratar de iluminar el sufrimiento de los pueblos, pero su tremenda e incomprensible capacidad de resisten– cia ha quedado más en segundo plano. Sin embargo, no se puede resistir sin mirar en la dirección de quien es causa de tal sufrimiento. Efectivamente, I. Ellacuría ha sido uno de los artífices de la teología de los pueblos crucificados. Tal como lo explica J. Sobrino glosando la orientación del jesuita asesinado en El Salvador «la realidad del

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