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CANTANDO EN TIEMPOS OSC•JROS 459 aquella que posibilitará la sangre derramada del Cordero. Es decir, más allá de la parafernalia de gusto veterotestamentario y apocalíp– tico, lo que se quiere decir hace relación a la alianza fiel, al amor en definitiva. El viejo canto del poder que aún resuena «Santo, santo, san– to ... » (Agios, agios, agios .. ., Ap 4,8) queda suplantado en el «cánti– co nuevo» ( Ódén kainén, Ap 5,9) por otra melodía: «Con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza y lengua, pueblo y na– ción; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdo– tes y reinan sobre la tierra» (Hoti esphagés kai égorasas tó Theó en tó haimati sou ek pasés phylés kai glóssés kai laou kai ethnous, kai epoiésas autous tó Theó hémón basileian kai iereis, kai basileusousin epi tés gés, Ap 5,9b-10). O sea: La liturgia nueva y aquello a lo que apunta (la ciudad nueva) parte de la «sangre derramada» de Jesús, de su entrega, de su amor. La orientación básica de la espiritualidad apocalíptica no puede ser la venganza ni el odio, sino que el amor ha de ser la directriz de tales anhelos. Eso hace que el amor se uni– versalice y que, por ello, entre en la dinámica del sueño de la ciudad nueva toda clase de personas sin distinción social o racial. De todas las personas, de toda la realidad histórica ha hecho Dios «un reino de sacerdotes» (Iereis, Ap 5, 1 O), una realidad consagrada, valiosa, reorientada (es el concepto de lo sagrado en lo histórico). Y termi– na diciendo que el reinado espiritual, humanizador, de esta nueva realidad histórica se verterá «sobre la tierra» (Epi tés gés, Ap 5, 1 O), sobre el cosmos, sobre todo de la realidad. Se está apuntando a un amor universal, cósmico. Este planteamiento queda más claro cuando el vidente (tam– bién en este caso e~ teólogo, se confunden a veces) escucha que el canto de alabanza es de componente cósmico porque lo profieren «todas las criaturas del cielo, de bajo la tierra y del mar» (Kai pan ktisma ho en tó ouranó kai epi tés gés kai hypokató tés gés kai epi tés thalassés, Ap 5, 13). O sea: el cosmos entero queda sumado a la alabanza porque todo él ha sido envuelto en el amor de la entrega del Cordero.
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