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420 FIDEL AIZPURÚA DoNAZAR que mi figura se borraba. Mirad con cuánto gozo os digo que es hermoso vivir» (Palabra en la oscuridad, p. 83). ¿Cómo decir que es hermoso vivir cuando se está cercado de tinieblas? Esa puede ser, por increíble que nos parezca, la aportación, la luz del Apocalipsis en este momento en que abrimos sus páginas. Es la «luz que brota de la sombra ... manantial de luz que forja la vida» (R. MARTÍN, El minuto interior, p. 9). Tras esa luz queremos rastrear hoy las oscuras páginas del Apocalipsis. Para ello resultará imprescindible elaborar la comprensión ne– gativa de la historia como se elabora un duelo. Apalancarse en la fase de negación, bien no reconociendo lo negativo de la historia (y la evidente realidad de que uno hace parte de ella) o no querer mirar de frente a esa dura realidad es abocarse a una incomprensión que bloquea cualquier paso ulterior. Situarse en la fase de la ira desvian– do responsabilidades vela la realidad y hace atribuciones totalmente inadecuadas e injustas. Es preciso entrar en una fase de negociación en que se acepte la ayuda que pueda colaborar a superar la incom– prensión de una historia negativa. De ese modo se alejará la posible fase de depresión que tampoco ayuda a la solución del problema. La fase de aceptación sería la meta, siempre que no sea con una actitud estoica y que, de algún modo, se supere el sentimiento de tristeza que lo acompaña. Solamente desde la paz y desde el sosiego hondo, desde la luz atisbada al final del túnel se puede proponer una lectura «útil» de textos tan tensos como Apocalipsis. Si no lo– gramos «elaborar» el conflicto histórico, si únicamente tendemos a «solucionarlo», al comprobar la imposibilidad de lograrlo, brotará pujante la frustración y el desencanto. Resulta perentorio superar ese tipo de lectura que convierte al Apocalipsis en una especie de manual para negativizar y maldecir a la sociedad que no comprende a la persona creyente, que lucha contra quien tiene fe por el mero hecho de tenerla. Aunque, en el mejor de los supuestos, este texto se hubiera escrito desde tal perspectiva, es preciso encontrar otro án– gulo de lectura si se le quiere elocuente en conexión con la realidad que nos rodea. Una herramienta imprescindible en este proceso es trabajar con

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