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454 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR tiende la propuesta real de Dios para la historia a través de Jesús. Desde esta espiritualidad se puede generar una mística de re– sistencia. Ya no es el odio ni la venganza la que justifica el aguante y la lucha. Es la certeza de que el amor y la entrega pueden ser di– namismos capaces de encajar cualquier limitación y darle la vuelta llevándola al terreno del amor. Es ésta la espera activa de la que hablaban con frecuencia los textos evangélicos, espera que resulta imposible fuera de los parámetros del amor (Mt 25, 1-13). 2. La humanidad resistente ( Ap 14,5) La serie de siete trompetas (Ap 8,2-14,5) culmina en una liturgia que se celebra «en el monte Sión», en el lugar de la presencia histó– rica de Dios, en la historia que Dios sostiene (Ap 14, 1-5). Puede ser leída como una liturgia de «elegidos» (los famosos 144.000 de Ap 7,1-8). También como una celebración de la humanidad resistente. La especularidad permite este tipo de lecturas que se engarzan con el resto de observaciones que venimos haciendo. Aunque es una liturgia que se contempla desde la «visión», no– sotros la leeremos desde la «teología». Se celebra algo teniendo en medio «al Cordero de pie» (To arnion hestos, Ap 14,1). Es decir, es la liturgia de quien cree en la entrega (Cordero) y en la resistencia (de pie). Se realiza «en el monte Sión» (Epi to oros Sión, Ap 14, 1), lugar de la presencia activa del Mesías pero que puede ser entendida como centro del mundo y, por ello, como representación del cosmos. Una liturgia cósmica, para nada ceñida al sectarismo de lo religioso. En ella participan con el Cordero los «ciento cuarenta y cuatro mil» (Tessarakonta tessares khiliades, Ap 14,1) a los que se había referido en Ap 7, 1-8. Decimos que puede entenderse como una colectividad «elegida»; pero la significación numérica entre semitas podría so– portar fácilmente que se entendiera como el todo de la humanidad, ya que todo está destinado a la dicha. Esta humanidad «llevaba inscrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre» (Ekhousai to onoma autou kai to onoma tau patros autou gegramme– non epi tón metópón autón, Ap 14,1). Llevar el nombre del Cordero
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