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CANTANDO EN TIEMPOS OSCUROS 443 huaorani, p. 150). Su muerte violenta a manos de una tribu no con– tactada es la firma de su despojo de poder. En el campo económico la cosa resulta todavía más difícil. Cuando uno piensa en la figura de Muhammad Yunnus, el llamado banquero de los pobres, que r~cibió, entre otros galardones, el premio nobel de la paz en 2006, podemos preguntar por qué no se le dio el nobel de economía si realmente se cree que su fórmula económica de los microcréditos funciona. Puede uno preguntarse si ese tipo de reconocimientos como excepcionales no hacen sino refrendar los mecanismos del poder económico fáctico y propiciar una cierta cobertura al poder económico y político al hacer ver que los pobres ya están atendidos en sus necesidades económicas. De cualquier manera, la tesis de Apocalipsis desde la perspecti– va especular es clara: no podrá haber tierra nueva si no se controla el poder-dominación que hoy sigue siendo uno de los pilares de la estructura histórica. La arraigada certeza de que no entrar en la órbita del poder es quedar al margen de la vida ha de ser sustituida por la evidencia de que el poder compartido, la democracia esencial, es camino abierto hacia un tipo de relaciones distinto. «Se ha hecho evidente que una ética de resistencia a la forma actual de globaliza– ción capitalista no puede basarse sin más en el conocimiento cientí– fico. La esperanza laica necesita otra cosa, algo más. Ese algo más es la creencia, en sus diferentes formas, en un mundo distinto. Sin ella no hay esperanza. Y sin esperanza solamente se salvan los privi– legiados de este mundo (porque ya están salvados)» (F. FERNÁNDEZ BUEY, El mundo visto desde abajo, p. 16). 5. ¿Antisistema o altersistema? Toda sociedad es un sistema de sistemas concretos, que van desde la familia, la empresa, la escuela y la oficina pública hasta la organización internacional. Parece que vivir en sociedad demanda esta férrea estructura. Lo importante es saber si va a ser una «coraza de hierro» (corno decía Max Weber) o una posibilidad de crecimien– to. Apocalipsis piensa que el sistema imperante, lo que él denomi– na genéricamente «los imperios», pero que prácticamente se refiere

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