BCCCAP00000000000000000001123
CANTANDO EN TIEMPOS OSCUROS 441 expresan mejor que son esas mayorías las que cargan injustamente con un pecado que 12.s ha ido destruyendo poco a poco en vida y las ha aniquilado definitivamente en muerte. Aun sin reconocimiento, estos testigos anónimos son quienes realmente posibilitan el mundo nuevo, los verdaderos benefactores de la humanidad. Y, además, en línea con Ap 20,4 que habla de un gran número de «decapitados» es preciso elaborar la espiritualidad del martirio primordial y popular porque afecta a grandes capas de la pobla– ción. Los pueblos mártires son la máxima expresión del martirio social. «Lo más importante es no olvidar el ingente sufrimiento del mundo, en todas sus formas, y no ignorar, sobre todo, el sufrimiento masivo de las mayorías, que, al quedar sin nombre, son privadas no sólo de la dignidad, sino de la existencia. Esas mayorías, oprimi– das en vida y masacradas en muerte son las que mejor expresan el ingente sufrimiento del mundo. Sin pretenderlo, sin desearlo y sin saberlo, "completan en su carne lo que falta a la pasión de Cristo". Y son -llámeseles, lingüísticamente, mártires o no- aquellos seres humanos a quienes Dios mira con infinita ternura en su sufrimien– to, aun antes de considerar su situación personal y moral (Puebla n. 1142) -aunque tienen muchas veces la santidad primigenia de querer vivir y desvivirse para que a todos los pobres alcance aun– que no sea más que un poco de vida-. Sin embargo, sobre ellos se cierne un silencio inhumano y anticristiano, mientras se exalta a los grandes, incluidos los santos -<<elitistamentett, si se nos entiende bien--, contra lo cual los primeros en protestar serían un Francisco de Asís o un monseñor Romero. Repensar el martirio de individuos es necesario, pero es insuficiente, si no se los piensa conjuntamente con las mayorías martirizadas. Y es peligroso si, por concentrarse en mártires reconocidamente excelsos, se abandona a su suerte a los pueblos crucificados. Repensar el martirio es, en definitiva, repensar nuestro mundo, preguntarnos si el clamor del pueblo crucificado ha llegado hasta nosotros y si los mártires jesuánicos nos animan a la compasión» (J. SOBRINO, Nuestro mundo: crueldad y compasión, p. 23-24).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz