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CANTANDO EN TIEMPOS OSCUROS 435 militar. Además, ese cetro es su palabra. El vidente se contradice a sí mismo sin percatarse de la hondura y benignidad de las palabras de Jesús. De ahí el e.uro e incomprensible «pisotear» del lagar de la cólera. Por otra parte, la tropa de este jinete es peculiar: van <wes– tidos de lino blanco puro» (Endedumenoi bussinon leukon katharon, Ap 19,14). No es precisamente un vestido apropiado para la batalla, sino más bien para una celebración festiva y fraterna del triunfo del amor sobre el odio. Es éste un «texto violento que el autor de Apo– calipsis lo modifica radicalmente al aplicarlo a Jesús» (P. RICHARD, Apocalipsis, p. 203). Más allá del duro sometimiento a su espiritualidad de raíz ve– terotestamentaria y a los textos que tiene en la cabeza para usarlos como patrón literario, intuye el vidente que la construcción de la sociedad nueva, las bases reales de la nueva Jerusalén, no pueden ser las de una victoria impositiva al modo militar. Eso ya la había intentado Israel muchas veces a lo largo de su dura historia, desde los crueles tiempos de Josué hasta la lucha por la liberación del do– minio romano con la destrucción de Jerusalén en el año 70, todavía fresca en la memoria del escritor. El resultado había sido siempre el mismo: derrota sobre derrota. Una ciudad nueva no podía tener como cimiento la violencia porque ésta no tiene futuro ni se abre a horizontes nuevos. El camino de Jesús, su triunfo, habría de ser otro. 2. Derivaciones Este tipo de lectura deudora de la perspectiva de la especulari– dad narrativa puede ayudar a entender mejor los «tiempos oscuros» en los que se mueve la existencia cotidiana (siempre ha acompañado la oscuridad al caminar humano). Así cumple la Palabra su original función de iluminación del camino humano. l. Una historia bendita Las religiones en general han generado sentimientos de culpa que, sumados a los existentes en el fondo del hecho histórico, han
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