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426 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR Dios tiene un sueño sobre la historia. «Dios tiene un sueño. Y este sueño coincide, complementándonos, con los mejores sueños de to– das las personas y de todos los Pueblos: la Vida en el tiempo y más allá de la muerte, la Paz de la justicia, la Libertad de la diversidad, la Unidad de la familia humana, en un solo Mundo sin primero ni ter– cero, dentro de la ley suprema del Amor. Y aquí hemos reafirmado el derecho de nuestros Pueblos a tener el sueño de esta utopía que puede y debe convocar a la coherencia cotidiana, a la resistencia y a la organización, incendiando, contra la noche, nuestra esperanza» (J. SOBRINO, Dios tiene un sueño, p. 74). Es el mismo sueño de Jesús, aquel que hoy denominaba como «el reinado de Dios» y que, como dice G. Faus, puede retraducirse hoy como «otro mundo es posible desde el Dios que anuncia Jesús» (Otro mundo es posible ... , p. 12). No es obstáculo definitivo aducir que el mundo de los sueños es resbaladizo, cuando no alienante. Los sueños son un dinamismo, una fuerza (dynamis), un potencial sin el que la vida se hunde en el espeso fango de los días. Una comunidad humana sin sueños que– da reducida al estado de postración y su horizonte desaparece. La Palabra ha de tener como una finalidad primordial no apaciguar sueños sino, justamente lo contrario, avivarlos, potenciarlos, atizar fuegos. Si de la lectura bíblica saliéramos con un espíritu más «in– cendiario», más dispuesto a subvertir el orden social, tan injusto, habríamos dado con la senda buena. Nosotros comenzamos nuestra lectura social de Apocalipsis por este final que es la perla que esconde el farragoso y críptico lenguaje del vidente. Y lo hacemos, como dijimos arriba, desde esa lectura especular que devuelve no solamente al mismo escritor un lado que él no quería subrayar, la vertiente espiritual y posibilitadora que sugiere el «teólogo», sino que abre ante nosotros, lectores de hoy, padres-madres del texto, la posibilidad de alimentar el sueño primigenio, el anhelo imborrable de un tipo de historia distinto que ilumine el, a veces, oscuro caminar humano que, como diría B. Brecht nos ayude a cantar en la noche, a ahuyentar el terrible fantasma de la inhumanidad.

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