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80 FIDEL AIZPURÚA DüNAZAR que el Evangelio cuestiona frontalmente (Mt 23,1-12). M. Corbí ha escrito un texto lúcido que puede ayudar a desvelar la insensatez de un sistema ideológico o de una religión que pretende acaparar toda la verdad y, con ella, todo el poder: «La verdad que condena no es verdad. La verdad sólo libera. La verdad que somete no es verdad. La verdad sólo desata las cadenas. La verdad que excluye no es ver– dad. La verdad sólo reúne. La verdad que se pone por encima no es verdad. La verdad sólo sirve. La verdad que desconoce la verdad de otros no es verdad. La verdad es sólo reconocimiento. La verdad que no mira a los ojos a otras verdades no es verdad. La verdad es sólo acogimiento sin temor. La verdad que engendra dureza no es verdad. La verdad es sólo amabilidad y ternura. La verdad que desune no es verdad. La verdad sólo unifica. La verdad que se liga a fórmulas, por escuetas que sean, no es verdad. La verdad es sólo libre de formas. Si la verdad se liga a fórmulas, tiene que condenar, excluir, desunir, tiene que ponerse por encima, dar por falsas otras verdades. La verdad reside en formas, pero no se liga a ellas. Por eso, en las nuevas sociedades globales, la espiritualidad no puede pasar por creencias que se proclaman exclusivas poseedoras de la verdad y que, por ello, excluyen toda otra verdad. Todos los caminos del es– píritu han de ser tenidos como válidos y respetables como el propio» (Hacia una espiritualidad laica, p. 321-322). 1. Lectura sincrónica 1) Un final frontista (vv. 17-21) Como el resto de las Católicas, aunque con sus propios matices, Jud cree que se está en el «tiempo final» (Ep'eskhatou khronou, v. 18), tal como dice que anunciaron en su día los apóstoles. La evi– dencia es la infiltración en la comunidad de esos que «se burlan ... crean división ... viven de tejas abajo, sin espíritu» (Empaiktai ... Hoi apodiorixontes, psykhikoi, pneuma mé ekhontes, vv. 18-19). Y, en ple– na actitud de frontismo, los creyentes han de cimentarse en «la san– ta fe ... la oración ... el amor a Dios» (Té hagiótaté hymón pistei... proseukhomenoi... en agapé Theou, vv. 20-21). Es pues un tiempo

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