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90 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR 5) La ortodoxia como soporte de estructuras débiles El viejo conflicto entre ortopraxis y ortodoxia lo soluciona Ju– das claramente a favor de la ortodoxia, por más que, en los Evan– gelios, el primado de la ortopraxis es evidente (Le 10,25-37). Las estructuras débiles demandan una ortodoxia rígida ya que ellas en– cuentran ahí una garantía de supervivencia. Les caracteriza el radi– calismo, no la radicalidad. «El rigor con que la iglesia oficial reac– ciona frente a la crisis y la enfermedad de la vida eclesial, reflejadas en la religión burguesa, no constituye una verdadera ayuda para la base; en concreto para las comunidades. Sobre ellas gravita todo el peso de esta contradicción. Aquí se puede percibir que el rigor de la iglesia en su lucha contra las aberraciones de la religión burguesa no se salva si no tiene ante los ojos y se arriesga en común la radicali– dad de la conversión» (J. B. METZ, Más allá de la religión burguesa, p. 16). ¿Por qué se da este fenómeno de rigorismo? Porque se consi– dera a la ortodoxia como una garantía de fuerza para la debilidad de las estructuras, aunque, en realidad, esa ideología no hace sino añadirles más debilidad, más peso, menos verdad. 6) Confrontación o sometimiento No se puede dudar que la carta de Judas es un texto de con– frontación porque, al parecer, hay algunos que no se someten y se considera que plantarles cara es la manera de que se sometan a los dictados de lo que se considera la verdad. Es un camino que, gene– ralmente, produce poco fruto. Lo mismo ocurre a nivel social y eco– nómico: el pensamiento único e indiscutible en materia económica y social fuerza al sometimiento o a la pura y simple exclusión como final de un proceso de confrontación. El miedo social es la herra– mienta de intimidación para hacer ver que no hay otro camino. Efi– cazmente manejado, se convierte en un poderoso antídoto contra cualquier protesta. De tal manera que no queda otra salida que el sometimiento indiscutible aunque sea una formidable distorsión.