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MISTERIO DE EXCLUSIÓN 85 como la delciudadano de hoy. No se salva tampoco diciendo que era otra época, que los parámetros eran otros. Es cierto, pero sus limitación son objetivas y un texto como éste hay que ponerlo en cuarentena y no asimilarlo en modos igualitarios a otros escritos bí– blicos. No nos extraña que biblistas históricos como Erasmo, Luce– ro o el Cardenal Cayetano hayan puesto reparos a un escrito de este aliento. Y «se hayan continuado haciendo eco de la ambigüedad que acompañó la aceptación de esta obra en el canon» (J. O. TuÑí - X. ALEGRE, Escritos joánicos y cartas católicas, p. 378). 5) Una misión que no cuestiona la propia verdad (vv. 22-23) Desde la incuestionable certeza que tiene el autor de estar en posesión de la verdad esboza una misión específica con tres secto– res de la comunidad: a) Con los que titubean: con estos es preciso «tener compasión» ya que el peligro de pérdida de la fe recta causa pena (Kai hous men eleate diakrinoumenous, v. 22). No se habla de acompañar camino o de sostener debilidades, sino de compadecer– se. b) Con quienes se han extraviado: habrá que «arrancarlos del fuego» (Hous de sózete ek pyros arpazontes, v. 23). Lograr la sal– vación entendida como liberación de la condena en el infierno es el máximo éxito. La dicha que es la meta del Evangelio no queda directamente contemplada (Mt 5,4ss). c) Con otros (no especifica), cautela y prevención, ya que hay que aborrecer «hasta el vestido que está manchado por los bajos instintos» (Misountes kai ton apo tés sarkos espilómenon khitóna, v. 23). Es una misión que, en modo alguno, sale al encuentro del «extraviado» para tratar de ver en qué se puede confluir y que hay de común. Esa visión de un pluralismo positivo está ausente ya que la propia verdad resulta incuestionable. Pero hay autores más benignos en sus valoraciones: «A pesar de las críticas efectuadas y de todas las acusaciones que la carta refleja y tras las serias advertencias dirigidas a los cristianos, a pesar del rechazo propuesto en la carta hacia todo lo relativo a los impíos, libertinos y embaucadores, la llamada final de la carta a la compa– sión universal es una expresión de la gran altura de la dignidad de todo ser humano desde la perspectiva creyente, pues todos, hasta los

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