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La Palabra : el diálogo de Dios con la Historia «¡Palabra de Dios! ¡Te alabamos, Señor!)), Este es el grito de la fe que puede escucharse desde la fastuosa celebración en la plaza de San Pedro de Roma hasta la humilde reunión cristiana bajo un techo de palma en la más remota comunidad del interior de la selva cuando se les ofrece el pan de la Palabra que alimenta su adhesión a Jesús. ¿ Qué contenidos tiene esa realidad aclamada? ¿ Qué quiere decir exactamente el cristiano de a pie cuando sostiene que la Biblia es Palabra de Dios? ¿ Qué tipo de relación se esta– blece entre quien «habla)) y quien ccescucha)) en la mediación de esa Palabra? ¿ Qué nueva valoración hay que dar a la comunica– ción con Dios en el cauce de la Palabra creída? Quisiéramos apor– tar alguna luz al esclarecimiento de interrogantes similares a los planteados aquí. l. A TENER EN CUENTA Para llegar a una posible clarificación en el tema qmza sea preciso tener en cuenta que, cuando el creyente dice que la Biblia es «Palabra de Dios)), está ya manejando una serie de presupuestos, un marco preciso de referencias que, naturalmente, condicionan su manera de entender esa realidad. Veamos algunos de ellos. ¿Habla Dios? En las escenas finales de la película Francesco de L. Cavani, hermosa película ciertamente, el espectador asiste un tanto perple-

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