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LA PALABRA: . EL DIALOGO DE DIOS CON LA HISTORIA 427 <:orazón desamparado de la historia, la palabra de la fe tendrá que apuntar: al corazón antes que al concepto. Sintónizár con la debili– dad del corazón, gozar con su anhelo es dar con el cauce que puede poner la Palabra en el sitio qqe le .es .propio : .el corazón herido de lo humano. Hablar en compromiso Porque la Palabra complica al mismo Dios de modo decisivo con todos nuestros procesos históricos, el Evangelio habrá que pre– sentarlo, si se le quiere vivo, en absoluta responsabilidad ante la historia. Es la asignatura pendiente de los creyentes y la mano ten– dida hacia todos aquellos que, creyentes o no, saben que el destino final de la vida se· cuece en la concreta responsabilidad del ahora. Hablar desde la experiencia Y a que la Palabra es, de alguna forma, síntesis básica de la experiencia de relación Dios-hombre a través de Jesús, lo creyente tendrá que ser presentado desde la más elemental experiencia del agente de evangelización que se ve involucrado personalmente en el proceso. Quedan aquí conjuradas todas las vaciedades, tópicos, dis– cursos habituales, expresiones prestadas, etc. Hablar para una vida reorientada Porque esa es justamente la intención última del lenguaje de Dios en la mediación de la Palabra, la propuesta de la fe tiende conscientemente a reorientar la vid a sobre la base de lo humano. Si no lo hiciere así, no hablaría el lenguaje del Padre amigo de la vida. Hablar para dinamizar la vida Ya que Dios -habla en la Palabra tocando los resortes últimos de la realidad humana y descubriendo horizontes inmensos de po-

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