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EL PERFIL PROFETICO DE JESUS Y SU COMUNIDAD 199 en las adversas y trazar UIQa línea de comportamiento a partir d13 esa experiencia de Dios 24 • Y hay que decir que el saldo ha sido un fracaso 25 • Jesús, como inserto en la dinámica de lo profético, también ha hecho de su vida un verdadero trabajo de desvelamien– to de la transcendencia de Dios en el hoy del hombre 26 • Sólo que, en su caso, su estilo de vida y su Mensaje no sólo pretenden ser m.ediación de la revelación. de la transcendencia, sino también el de ser fin de ese trabajo profético ya que su persona misma tiene como naturaleza propia la de ser el desvelador definitivo de· la transcendencia por su id.entidad con el Padre y con lo hondo del proceso histórico. Esto aparece con toda claridad en la teología del cuarto Evan– gelio. Efectivamente, hay UitlJ tema que atraviesa las páginas de ese texto, el llamado tema del ego eimi, «yo soy», térmiuo empleado en muchas de las formulaciones joaneas acerca de Jesús 27 • Posi– blemente haga re:ferencia al texto de Ex 3,1-4,17. Allí en una es• cena de vocación, Moisés pide a Dios que se le diga cuál es su nombre (su entidad) como garantía vocacional ante .el pueblo de Israel. Y entonces se escucha esa. fórmula arcana : «Soy el que soy». «Esto dirás a los israelitas «yo soy» me envía a vosotros» (Ex 3,14). Pues bien, para los autores del cuarto Evangelio, Jesús es en lo tangible de la historia aquello que se reveló a Moisés en la visión de la zarza. No es pues preciso ahora para saber sobre Dios .el re– currir a visiones peculiares. En el Jesús histórico todos pueden «ver»a Dios 28 • No hay obstáculo para «tocar» al Dios transcenden• te ya que la historia de Jesús lo ha hecho visible. 24 Esto se ve con toda claridad en los profetas del exilio, por ejemplo, Ezequiel. En Ez 36,26-32 se formula un argumento extremo (el cambio de corazón) en orden al cumplimiento de los «preceptos y mandatos» (las exigencias de la Alianza) nun• ca cumplidos en Israel. 25 Recordar textos como Is 5,1-5, 28 Problema general, por lo demás, de toda la dinámica de lo religioso. 27 Cf. Jn 6,35.48; 6,51; 6.41; 8,12; 9,5; 10,7.9; 10,11.14; 11,25; 14,6; 15,1-5 y otros muchos pasajes de Juan. Cf. R. ScHNACKENBURG, El Evangelio según San Juan, t. II, Barcelona 1980, pp. 73-85. 2á En 1 Jn 1,1 se dirá que las manos han palpado a «lo que existía desde el principio», indicando el modo máximo de conocimiento de lo transcendente, incluido en ello el hecho mismo de Jesús,
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