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214 FIDEL AJZPURUA, OFM CAP Aunque el testimonio de Hechos es tardío en fecha, sin duda que los discursos de Pedro, donde el kerigma cristológico es cen– tral, son verdaderos destilados de esta fuerte experiencia de Jesús en la vida de la primera comunidad. Ya en el primero de los dis– cursos 79 se dibuja la entidad salvífica de Jesús y la respuesta del hombre. La entidad salvífica de Jesús está enmarcada en su ser re• chazado-salvado que la fe convierte en causa de salud. Ello retro. trae la pregunta a la realidad misma de Dios que quiere para J esú~ y para el hombre (para sí mismo) el cainino de un Jesús muerto (símbolo máximo de la historización de lo divino) y a la .vez el Padre que exalta al Hijo hasta su nivel mismo de realidad. ¿ Qué clase de1 Dios es este que somete a Jesús (al hombre) hasta el fondo de la historia y lo exalta hasta hac.erlo hijo? Toda la problemática de Dios incidiendo en la historia se soluciona en la fe, por el caso de Jesús, de que Dios ha decidido unirse al destino humano en toda la verdad de su r~lidad. P<>r eso se comprende perfectamnte que la respuesta del hombre tenga que ser no sobre todo una con– versión moral sino un continuo volverse al hecho de Jesús Sal– vador, prueba y esperanza de la propia salvación. El discurso de Pedro ante el Consejo, por su parte . 80 pone .el acento sobre lo exclusivo de la salvación de Jesús. Precisamente ahí se encuentra la verdad de esta salvación de Jesús, en su ex– clusividad. Optar por un tipo de salvación así, sin tener guardadas las espaldas por otra pretendida salud, exije tal despojo, .tal muer– te, que solamente una adhesión exclusiva puede motivar esa sal– v:ición exclusiva. Este lanza,rse al fondo de la fe es otra manera de decir el don del Espíritu, ya que la captación de lo salvífi.co como cainino exclusivo de vida nos supera, dado que nuestra consti– ción humana se mueve en lo vario, en lo· difuso, eíi la apuestá por muchos juegos, en el continuo «por si acaso». Por todo ello se puede decir que situar lo cristiano en lo exclusivo de la salvación de· Jesús e!? obra del Espíritu de Dios, de su fuerza· mis potente que conecta con nuestra historia humana lenta y paulatinamente. Por otra parte, en el famü@O y duro discurso d~ Estehm ª 1 se 1a Cf. Hech 2,14-41. 80 Cf. Hech 4,1-22. 81 Cf. Hech 7.

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