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LA ESPERA PRÓXIMA (2 Pe) 433 • Vivir en la espera próxima aumenta las posibilidades de dar sentido a la vida y la fe. Por eso mismo, porque abre horizon– tes de posibilidad, porque ilumina y da sentido, porque cola– bora a disipar las sombras que envuelven la existencia, la es– pera próxima puede ser una perspectiva sobre la vida útil, un dinamismo de renovación. Al controlar toda fuga, al empujar en la dirección de lo que existe, al abrir desde ahí una puerta a lo posible, se enriquece la vida y se mejora la fe. • Por otra parte, en la espera próxima se pone el acento tanto en uno como en otro término. Quizá sea más urgente lo próximo, no dejarse llevar por un devenir ciego donde la conciencia humana se aturde y la fe se extravía. Pero también importa a– centuar la espera, ya que los tiempos que corren (quizá los de siempre) no son propicios para generar esperanza. Ambas dos, esperanza y seriedad ante el tiempo resultan imprescindibles. • Por eso mismo, es preciso tomarse en serio el problema del tiempo, la historia y su futuro. No es una cuestión de mera dialéctica, para gente desocupada. Llegar a entender el tiempo como reto y responsabilidad, como don y tarea, como hori– zonte y trabajo, es totalmente necesario para no perderse en el maremagno de la existencia. • Finalmente, para los creyentes, el envite de la espera próxima es una oportunidad inigualable para un seguimiento de Jesús activado, para el descubrimiento de una fe nueva, incluso pa– ra la génesis de un nuevo estilo de experiencia religiosa. Si no se desaprovecha esta espiritualidad, puede ser que el hecho cristiano tenga futuro histórico. FIDEL AIZPURÚA DONAZAR (Logroño)
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