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LA ESPERA PRÓXIMA (2 Pe) 419 paciencia abarca a toda persona, también al creyente, porque toda realidad está necesitada de conversión, de horizonte, de camino hacia lo humano. Más adelante dirá: «La paciencia de Dios es nuestra salvación» (Kai tén tou kiriou hémón makrothumian sóté– rian hégeisthe: 3,15). Es como si dijera que nos conviene que Dios tenga paciencia en el tiempo para que el proceso de humanización pueda culminar. Para que ese proceso avance es necesaria la men– talidad de la espera próxima, la certeza de que la acción de la per– sona puede adelantar o retrasar el día de la plenitud. La idea de un final del mundo catastrófico, al gusto de las catequesis judías de la época no es suficiente para borrar los trasfondos de los argumen– tos anteriores 3 3. 4) Cuarto momento: consecuencias morales Aunque el autor no se extiende en demasía, deja ver con toda claridad que aceptar esta espiritualidad de la espera próxima tiene inmediatas consecuencias morales, altamente positivas (además de un comportamiento sexual y económico correcto). La primera de ellas es que quien entiende la espera próxima, tal como la entendió Jesús, se da a la tarea de construir una sociedad nueva asentada sobre la justicia: «Ateniéndonos a su promesa, aguardamos un cie– lo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia» (Kainous de ouranous kai gén kanén kata to epaggelma autou prosdokómen, en hois dikaiosuné katoikei: 3, 13) 34 • Este anhelo de justicia en el hoy de la historia se basa en la promesa de Jesús, la que él ha vivi– do y la que ha propuesto, la promesa del Reino entendida como nueva sociedad, ya que Jesús no anuncia tanto la salvación cuanto el reinado de Dios, esa nueva sociedad 35 • Desde ese apoyo necesa- 33 Cf Mt 24,4-7 que recoge el pensamiento de Dan 9,24-27. 34 Cfls 65, 17; 66,22. 35 «Puede decirse que el "reinado de Dios" proclamado por Jesús no aparece como la clave de una visión esotérica de la historia; más bien un slogan contem– poráneo que se refería a Dios fue tomado por Jesús como el término-clave en su vívida afirmación de que Dios está activo entre nosotros»: J. MATEOS - F. CA-
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