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UN HOGAR PARA CURAR DESAMPAROS (1 Pe) 403 quien se lanza a campañas para evitar la «muerte del espíritu» desde planteamientos no religiosos 58 • Todo ello son signos de la posibilidad de ir llegando a una espiritualidad que integre lo profundo de la experiencia humana y los valores de la ex– periencia religiosa. 4) Razón de qué esperanza: Insta 1 Pe a sus lectores a que den razón de su esperanza en la sociedad en que les ha tocado vi– vir. ¿Razón de qué esperanza? Jesús lo deja entrever en Jn 18,37: el testimonio que Jesús da con sus palabras y vida es que la persona tiene salida, que historia puede llegar a pleni– tud, que la capacidad de ser hijo de Dios que Dios ha sem– brado en la existencia (Jn 1,12) puede florecer y plenificarse, que lo humano tiene la plenitud y el gozo como meta. Un tes– timonio sobre el valor de la vida. De esa esperanza habrá que dar razón 59 • Más que una fe confesante en aspectos únicamen– te religiosos se está demandando una confesión de fe en el va– lor de la vida, tantas veces tentados como estamos de renegar de ella. Esta esperanza es la que están necesitando grandes capas de la población. Esto puede ser «buena noticia» para el cúmulo de carencias que afectan al caminar humano. 5) Un bautismo en la vida: Hay quienes consideran a 1 Pe como una homilía bautismal por las numerosas alusiones que hay a esta realidad paleocristiana. Pero el bautismo tiene en textos como éste un componente de transformación social: se quiere hacer ver que es en el marco de unas relaciones sociales zada, que indica un cambio de sensibilidad y paradigma. Todo ello es todavía muy débil e incipiente... »: M.J. ARANA, Secularidad y espiritualidad, en JO pala– bras clave sobre secularización, Estella 2002, 251-252; J.M. VELASCO, Mística y humanismo, Madrid 2007. 58 Toda la campaña desarrollada por A. MUTIS y J. Rurz PORTELLA con su Manifiesto contra la muerte del espíritu. 59 El Magisterio ha insistido mucho en la recristianización del mundo a través de una confesión religiosa explícita (NMI 40). Pero eso no ha sido suficiente para parar la descristianización de los países occidentales fuertemente afectados de secularismo.