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390 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR su servicio esmerado a toda la comunidad. De esta forma podrá hacerse visible y concreta la certeza común de que la comunidad es la patria en la que puede encontrar amparo el disperso y extranje– ro. Así es, la patria es, antes que nada, la comunidad de ahora. Luego, en el día de plenitud, esa experiencia de amparo recibirá la plenitud que hoy no puede tener por su pertenencia a la historia 26 • Todos los creyentes encuentran así acogida y ayuda en la patria de la comunidad, lo que les ayuda a poder llevar una vida inserta en el hecho ciudadano 27 • 4) Cuarto momento: La ciudadanía cristiana Como queda dicho, la evidencia de pertenecer al ámbito de una comunidad que acoge no lleva, como podría haber sido, a una mentalidad elitista, de secta, segregacionista. Todo lo contrario, sin renunciar a las propias opciones de fe, el creyente amparado por la comunidad se siente parte de la comunidad ciudadana, aun– que sea extranjero y disperso. Aun contando con la incomprensión de la comunidad pagana, el creyente no ha de aislarse del hecho ciudadano (como queda dicho en 4,1). Por eso, ha de rechazar cualquier tipo de violencia: «Aun suponiendo que tuvierais que su– frir por ser honrados, dichosos vosotros» (All'ei kai paskhote dia dikaiosunén, makarioi: 3,14). Esto ha de llevar a una actitud dialo– gante, «dispuestos siempre a dar razón de vuestra esperanza a to– do el que la pide» (Hetoimoi aei pros apologian panti tó aitounti hu– mas logon peri tés en humin elpidos: 3,15). Es una actitud clara y abierta, nada impositiva ni violenta, nada fanática ni sectaria. Además es una actitud resistente que no se quiebra ante cualquier 26 Tradicionalmente se ha entendido la «patria» como el cielo; en parte es cier– to, porque allí será la plenitud. Pero el acento del conjunto de la carta, inserta to– talmente en la estructura histórica, da a pensar que el concepto de comunidad co– mo patria es totalmente defendible en una lectura social de 1 Pe. 27 Hacen problema las recomendaciones dadas a las mujeres (3,lss) y a los es– clavos (2,18-25). No conviene leer estos textos con nuestra sensibilidad social respecto a los actuales derechos humanos. Desde ese lado se vuelven inservibles. En la mentalidad de la época, lo importante es que tanto mujeres como esclavos tienen cabida en el hecho fraterno, con sus obligaciones y con sus derechos.
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