BCCCAP00000000000000000001117
388 FIDEL AIZPURÚA DONAZAR el contrario, cuando este amor lleva a planteamientos concretos, el amparo surge imparable 2 º. Y de ahí se llega a un estilo de vida común caracterizado por la simple bondad humana que dimana de una correcta valoración de la persona como tal. Así lo ha hecho Jesús y ése es el camino que se propone al creyente 21 • Estos serán los componentes de di– cho estilo de vida: a) Ser compasivos (Sumpatheis: 3,8): la compa– sión es siempre nueva, porque nuevas son las necesidades del her– mano; b) De buen corazón (Eusplagkhnoi: 3,8): ya que la buena entraña propicia otra lectura de la realidad de la persona; c) Con humildad (Tapeinophrones: 3,8): de mentalidad sencilla, menor, alejado de cualquier soberbia; d) De lenguaje benigno y perdona– dor (Tounantion de eulogountes: 3,9): porque en el lenguaje se jue– ga una gran parte de la relación humana. Todos estos elementos conforman el perfil concreto de la comunidad que acoge. En reali– dad no son cosas extraordinarios sino que, en su conjunto, preten– den orientar la mirada con que enfocamos la realidad de la perso– na. Si eso se logra, la comunidad empieza a ser casa de amparo pa– ra quien anda en la diáspora social, económica o personal 22 • 20 Al mecanismo religioso no le interesan las comunidades de vida, sino los grupos de fieles. Para una vivencia de la doctrina, sobra la comunidad. Pero si se quiere llegar a concreciones que toquen el caminar real de la persona, el cauce co– munitario se hace imprescindible. 21 El ideal de «ser bueno», en su sencillez, es inmenso. Ya lo dice Me 10,18: «¿Por qué me llamas bueno? Bueno como Dios, ninguno». Y en «sed buenos del todo como mi Padre es bueno del todo» (Mt 5,48). Por lo demás, como decimos, la bondad deriva de la correcta comprensión de la persona como sujeto de dere– chos: «La humanidad, por distintos y convergentes caminos, ha descubierto que el modo más eficaz de conseguir la felicidad y la justicia es afirmando el valor in– trínseco de cada ser humano»: J .A. MARINA - M. DE LA VÁLGOMA, La lucha por la dignidad. Teoría de la felicidad política, Barcelona 2000, 27. 22 «Cuando los seres humanos se libran de la miseria, de la ignorancia, del miedo, del dogmatismo y del odio ---elementos claramente interrelacionados– evolucionan de manera muy parecida hacia la racionalidad, la libertad indivi– dual, la democracia, la seguridades políticas y jurídicas de la solidaridad»: !bid., p. 26. «Un hombre sin sentimiento de piedad no es un hombre; un hombre sin
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz