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ABRAZAR EL FUTURO CON ESPERANZA 251 chos medios y no pocas frustraciones, en la tenaz persistencia del sentimiento de que estamos igual que cuando éramos tantos y tales. Abandonar la autorreferencialidad ayuda mucho a un planteamiento saludable sobre el futuro. 7. Más aún: habría, tal vez que preguntarse, si no ha llegado el tiempo de empezar a plantearse la fusión de congregaciones. No puede uno sustraerse a la evidencia de que muchos grupos reli– giosos tenemos similares planteamientos espirituales, parecidos trabajos de misión y maneras muy parejas de vivir a diario. Lo que otras veces se ha considerado como una manifestación del Espíritu, la variedad de familias religiosas, habrá que pensar si no ha de ser modificado, a causa del mismo Espíritu en otra épo– ca, por una fusión que simplifique el camino del seguimiento a Jesús en la VR. 8. Y como hablar de futuros no puede hacerse sin estremecimien– tos, hay quien sugiere que el futuro de la VR y no pocas de sus aporías se resolverían con una reconversión de la canonicidad de la VR 2 º. Ya sabemos que hoy eso es imposible. Pero el segui– miento de Jesús en comunidad no parece demandar en su especi– ficidad básica el tema de la canonicidad. Pensar un futuro nuevo manteniendo premisas intocables a nivel de discernimiento no parece que pueda dar resultados nuevos. 9. Podemos sugerir tres caminos para asaltar el futuro con cierta garantía de éxito: 1) Conexión social: Una VR bien conectada socialmente, con un imaginario que conlleva como algo evidente la pertenen– cia social, sensible a las convulsiones sociales, implicada mí– nimamente en el devenir de la sociedad cercana, etc., tiene muchas más posibilidades de entrever un nicho nuevo para 20 «Puede haber, por tanto, algo profundamente profético en el deseo de un número creciente de religiosos de adoptar un estilo de vida no-canónico»: D. O'MURCHU, Rehacer la Vida Religiosa, Ed. Publicaciones Claretianas, Madrid 2001, 136.

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