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182 Lázaro de Aspurz con que todos los monjes le reconocen como hermano. Sigue el ver– sículo Confirma hoc, Deus, quod operatus es in nobis, los salmos Magnus Dominus y Ecce quam borium, con algunas oraciones. El profeso es conducido por el abad y por el decano al puesto que le corresponde en el coro (4). Con la reforma cisterciense se introduce en el rito benedictino la professio in manus. Pero antes había sido adoptada por los ca– nónigos regulares. Uno de los testimonios más antiguos es el de cierta donaci6n del obispo Hugo a los de la iglesia de san Jorge de Grenoble, en 1084: « Fratribus ... qui in manu nostra saeculo abre– nuntiaverunt et sub canonica professione decreverunt servire )) (5). En el siglo XII la propagaron los institutos de nueva fundación, que seguían la regla de san Augustín, en especial los canónigos regu– lares de San Víctor y los premonstratenses. En un principio la pro– m-issio in manus tenía lugar al ser admitido el candidato al novi– ciado. El esquema más común era de este tenor: El candidato es conducido ante el capítulo. Se postra en tierra y el abad le dirige la pregunta ritual : - Quae est petitio tua? ( « petitio n tiene ya un sentido diverso). El candidato responde : - Dei misericordiam et vestram societatem requiro (San Víctor). O bien: - Misericordiam Dei et vestram (Premonstratenses, Cister– cienses). El candidato se levanta y escucha la exhortación del abad. Este le pregunta si está dispuesto a abrazar la vida que se le propone. Recibida la respuesta afirmativa, añade el abad: _,. Dominus sic tibi haec omnia implere concedat, ut ad vitam aeternam pervenire possis (San Víctor). (4) E. MARTENE, De antiquis Ecclesiae ritibus, II, 165-168; IV, 646-654; I. ZEIGER, Professio super altare, en Analeéta Gregoriana VIII (Romae 1936) 181-185. (5) Ch. DERElNE, Vie commune, Regle de St. Augustin et chanoines réguliers au XI• siecle, en Rev. Hist. Eccl. 41 (1;946) 379.

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