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La via de la conversión 457 pedido algo de parte de un conde o de un barón, a buen seguro le hubieras contentado; ¡ y no has querido hacerlo a quien venía en nombre del Rey de reyes y Señor de todo! >> Desde aquel día propúsose no negar socorro a nadie que se lo pidiera en nombre de Dios (ro). ¡Descortesía! En tal grado poseía el sentido de la caba– llerosidad - lo sabemos por su vida toda ~' que se sintió profun– damente rebajado a sus propios ojos por aquella acción. Lo hacen notar las fuentes: « praeter morem suum, quia curialissimus erat >> (Celano); « cepit seipsum redarguere magnae rusticitatis >> (Anón. de Perusa, Tres Compañeros). San Buenaventura, por el contrario, da al lance un giro más ascético, y añade, con el Anónimo de Pe– rusa, que Francisco, arrepentido al instante, corrió tras el pordiosero y le dio la limosna ( II). Es, con todo, una caballerosidad que halla su centro de refe– rencia en el fondo sólidamente religioso del joven mercader: Dios. Ese centro de referencia irá recibiendo poco a poco los rasgos de un rostro familiar : el de Cristo. Francisco, ganoso de renombre, camina rumbo a Apulia entre los caballeros de Gualtiero de Brienne. Un día topa con un caba– llero pobre, casi desnudo, y le regala su propia indumentaria fla– mante « por amor a Cristo >>. A la noche siguiente tiene el sueño del palacio lleno de arreos militares, completado poco después con otro sueño en que la voz del Señor le disuade de proseguir en la expedición y le manda regresar a Asís Cr2). No es fácil precisar hasta dónde el paralelo con el episodio similar de la vida de san Martín, tan insistentemente recordado por Celano, obedece a un esquema previamente adoptado o responde a la realidad de los hechos; pero al menos aparece patente el nexo entre esta liberali– dad y el comienzo de la conversión. (w) I Gel I, 17; Anon. Perus., ed. Fr. Van Ortroy, en Miscell. Franc. 9 (1902) 36; Tres Socii, r, p. 378; S. BoNAV. Leg. I, r. (n) El Anónimo de Perusa dice que Francisco llamó al pobre: « Vocans dictum pauperem sibi caritatem est largitus ». Pero las variantes no tienen importancia, ya que todos los relatos de este episodio dependen de la Vita I de Celano. (12) I Gel I, 5; 2 Gel I, 5s; Tres Socii, 2, p. 379; S. BoNAV. Leg. I, 2s.
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