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458 Lázaro de Aspurz Vuelto a su patria, experimentó profundo hastío de las diver– siones juveniles, mientras sentía acrecentarse en su corazón el in– terés por los pobres y el goce nuevo de sentarse a la mesa rodeado de ellos. Daba limosnas más frecuentes y generosas y, cuando no tenía dinero a mano, desprendíase del ceñidor o se despojaba de la camisa para remediar al necesitado; compraba utensilios sagrados y los enviaba secretamente a sacerdotes pobres; y, en ausencia de su padre, hacía preparar a Pica, su madre, la mesa completa en beneficio de los pobres; a éstos no se contentaba con socorrerlos, sino que « gustaba de .verlos y oírlos)>. El texto de los Tres Com– pañeros, que parece mantenerse aquí bastante fiel a los recuerdos personales de Francisco, termina con esta observación: « Cambiado de esta manera por la gracia, aunque todavía llevaba vida secular, hubiera deseado hallarse en alguna ciudad donde no fuese conocido para despojarse de los propios vestidos y cubrirse con los de algún pobre pidiéndoselos de prestado, y para experimentar lo que es pedir limosna por amor de Dios >> (r3). La ocasión presentósele a la medida de sus deseos en una pe– regrinación que hizo a Roma. Después de vaciar, con liberalidad no exenta aún de cierta provocativa ostentación, su bolsillo repleto sobre el sepulcro de san Pedro, salió al atrio de la basílica y allí cambió sus vestidos con los andrajos de uno de los muchos mendi– gos que, en las gradas de la escalinata, imploraban la caridad de los peregrinos; luego, colocado en medio de ellos, pedía limosna en francés (r4). El francés, o más exactamente el provenzal ,era la lengua que usaba Francisco cuando, en momentos de exaltación espiritual, afloraba su alma juglaresca. Tenía ahora la experiencia de la pobreza real, la del pobre, que es al mismo tiempo humillación, inferioridad, falta de promo– ción pública, y a veces degeneración física y moral. Se había sen– tido visto así por la gente bien. El gesto burgués de remediar la necesidad del pobre con un puñado de dinero lo hallaba ya absurdo; (13) Tres Socii, 3, p. 383. (14) 2 Gel I, 8; Tres Socii, 3, p. 383; S. BoNAV. Leg. I, 6.

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