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La vocación en san Lorenzo 455 Hay otro texto evangélico que él aplica a la vocación religiosa: la parábola del tesoro oculto en el campo. El que lo ha hallado vende todo lo que tiene y se hace con el campo (Mt 13, 44). « Este tesoro escondido en el campo lo revela el Hijo a quien quiere (Mt II, 27). Porque la vocación es la atracción divina por medio del conocimiento y del arr1or, desde el mundo hacia Dios, desde Egipto y la dura servidumbre del Faraón al seguro desierto y al servicio divino ... )) (51). « Con esas palabras quiere hacer ver el Señor cómo hay que conservar el tesoro celestial y cómo hay que saber apreciarlo, ya que todo lo demás, en comparación de él, hay que menospreciarlo y tenerlo en nada. Es lo que dice Pablo: Todo lo demás lo considero como pérdida y lo reputo como basura con tal de ganar a Cristo (Fil 3, 7s); y Pedro: Mira que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido (Le 18, 28); en efecto, cuando fue llamado por Cristo juntamente con su hermano Andrés, al punto, dejando fodo, le siguireron. Del mismo modo ahora hay también muchos que, impulsados por divina inspiración, llamados por Cristo, habiendo gustado de antemano la dulcedumbre del espíritu, ante la cual todo lo carnal resulta insípido, abandonan el mundo y todo lo que poseen, entrando en alguna de las sagradas Religiones, para servir a Cristo en perpetua obediencia, pobreza, castidad y peni– tencia, en maceración del cuerpo y mortificación de la carne y del sentido, y se sienten felices al comprobar la verdad de lo que dice el Señor: Venid todos los que andáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo ... y hallaréis des– canso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt II, 28-30) (52). · Es éste otro de los pasajes evangélicos al que san Lorenzo da con frecuencia sentido vocacional. La vocación de los apóstoles apa– rece, pues, como el tipo y aun el punto de partida de la vocación a la vida de consagración, que, como la de ellos, tiene una finalidad (5r) Sanctorale, Opera omnia, IX, 175 y 178. (52) !bid., 289s.

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