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450 Lázaro de Aspurz e1on eterna y de la elección en Cristo conforme al beneplácito de Dios, que en su caridad nos eligió para ser santos e inmaculados en su presencia (Ef r, 4s), san Lorenzo llega a iluminar las vocaciones particulares en la Iglesia, dentro de la vocación cristiana general, tanto las de carácter público, que dicen relación a la constitución jerárquica y sacramental, como las de orden carismático, por las que el Espíritu Santo mira por la santidad y la vida del cuerpo de la Iglesia: vocaciones de ministerio y vocaciones de signo. 3. VOCACIÓN MINISTERIAL San Lorenzo incluye en el número de las vocaciones públicas, es decir, de las destinadas a la enseñanza y guía del pueblo de Dios, además de la de los personajes del Antiguo Testamento y la de los apóstoles en el Nuevo, todas aquellas que actualmente responden en la Iglesia al ministerio legítimo de la santificación sacramental, del régimen, del magisterio, de la predicación de la Palabra. Las páginas, muy numerosas, en que trata de estas vocaciones públicas son de carácter polémico y se hallan en su obra Luthera– nismi Hypotyposis. En efecto, « los luteranos - escribe - suelen proclamar sin cesar a Martín Lutero profeta y apóstol. .. Pero nadie puede legítimamente ser llamado profeta de Dios y apóstol si no ha sido enviado y llamado por Dios )) . Toda la argumentación va dirigida a demostrar que Lutero no poseyó semejante misión. Y, según el método seguido en todo el libro, va refutando al reformador sirviéndose de sus propios escritos. Lutero, en efecto, citando a san Jerónimo, distingue cuatro clases de ministros de la Palabra: los que son llamados a) inmediata– mente por Dios, como los profetas y los apóstoles; b) por Dios me– diante los hombres, como los discípulos de los apóstoles, los obispos, los sacerdotes; c) sólo por los hombres, como cuando uno es ordenado por el favor de los hombres; d) es la clase de los herejes, de quienes dice Jeremías: Yo no los enviaba, y ellos de suyo corrían (Jer 23, 21). Y añade que, de éstas, sólo las dos primeras vocaciones son divinas y ordenadas a la salvación: la inmediata, de sólo Dios, y
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