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La vocación en san Lorenzo 449 del cielo y de la tierra, lazo entre el tiempo y la eternidad, tierra superceleste, animal divinum (34), ángel en carne, príncipe y vi– cario de Dios en el mundo, viva y verdadera imagen de Dios )) Y ¡ qué estima tan grande hace Dios del hombre! ... En otros muchos sermones se complace en acumular epítetos ponderativos cuando habla del hombre, llamándolo reiteradamente magnum miracu– lum (35), << un cúmulo de milagros )>: el milagro de las manos, el milagro del rostro, de los ojos, de la lengua, el ingenio, el juicio, la memoria. Pero el milagro verdaderamente grande es el hombre cristiano (36), « cítara de siete cuerdas )) (37). 3) « La tercera causa es la enfermedad incurable de la ava– ricia ... : Vio a un hombre publicano, sentado ante el puesto de aduanas ... )) Cristo, al llamar a Mateo, lo libera de ese impedimento de la salvación. 4) « La cuarta es que Mateo estaba predestinado y elegido desde la eternidad: Por nombre Mateo. Y dice Pablo que Dios, a los que predestinó, los llamó y los justificó ... Mateo estaba pre– destinado desde la eternidad para ser fiel discípulo de Cristo e hijo suyo en el espíritu, para que estuviera unido a El con todo el corazón y con caridad perfecta: Quien se adhiere a Cristo es un espíritu con El (r Cor 6, 17); para que fuese jefe, príncipe y doctor de la Iglesia; por eso fue llamado por Cristo no sólo a la fe, sino al discipulado y al apostolado ... )) (38). De esta forma, descendiendo desde la fuente de la predestina- (34) Es la conocida expresión de Cicerón. Asimismo, las demás expresiones están tomadas de diferentes autores clásicos y santos Padres. (35)' Quadrages. III, Opera omnia, VI, 35; Adventus , [bid. VII, 372; Ser– mones de tempore, [bid. X, 2, 55-57. Esta expresión, tan del agrado del santo, la toma de Trismegisto, a quien cita expresamente: Quadrages. III, Opera omnia, VI. 35. (36) Quadrages. IV, Ibid. X, 1, 33s. (37) Quadrages. III, [bid. VI, 322s; cfr. 182s 493. Sobre la visión teológica del hombre, opuesta al humanismo luterano, véase ALEJANDRO DE V1LLALMONTf'.. I. c., 63-68. (38) Sanctorale, Opera omnia, IX, 148-15::.