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La vocación en san Lorenzo 443 Vocación y predestinación Tomando como punto de partida el texto de Rom 8, 28-30, al que se remite con mucha frecuencia, relaciona la vocación con el misterio general de la predestinación y de la elección divina. En términos generales sigue la doctrina teológica de santo Tomás y san Buenaventura sobre la voluntad salvífica universal de Dios y la elección y predestinación de aquellos que de hecho se han de salvar. La elección - enseña san Buenaventura - es eterna, y en el orden de la intención completamente gratuita; la vocación es temporal, y viene por Cristo; es Dios mismo quien da los elegidos a Cristo (IS); y añade: Deus prius elegit nos praedestinando et postmodum elegit ex aliis vacando; sed nos postmodum eligimus vocationi consen– tiendo (I6). Este esquema bonaventuriano del tránsito, digamos así, del plano intencional y eterno de Dios sobre cada hombre al plano temporal de la ejecución parece tenerlo presente san Lorenzo siem– pre que maneja los textos bíblicos relativos a este tema. El amor antecedente de Dios es la causa de ese proceso, que es puro misterio para el hombre: « Cuatro son los efectos singulares del amor de Dios a los elegidos: la predestinación junto con la elección (I7), la vocación, la justificación y la glorificación )>. Y cita el texto de san Pablo (I8). Y « esta predestinación y elección - dice en un sermón sobre san · Francisco - no es otra cosa que la preparación, desde la eternidad, de los dones de Dios que han de adornar a cada elegido, por pura bondad y misericordia divina, sin mérito alguno precedente ... El primer misterio es el de la elección por beneplácito de la voluntad divina, sin mérito alguno por parte del hombre l) (I9). (15) S. BoNAVENTURA, Opera omnia, V, 328, 58; 470, 13. (16) Ibid., VI, 453, 30. (17) Santo Tomás, r, 23, 4, c., hace preceder de elección a la predestinación. San Lorenzo las funde en un solo signo de la voluntad divina, y emplea los dos términos como equivalentes. (18) Maria/e, Opera omnia, I, 347; cfr. Sanctorale, ibid. IX, 92; Dominicalia, ibid. VIII, 285-287, 289-292. (19) Sanctorale, ibid. IX, 177.

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