BCCCAP00000000000000000001110

La vocación en san Lorenzo 441 fue necesario que interviniera la obediencia (n). Más adelante ve– remos con qué insistencia echa en cara a los reformadores protes– tantes el haberse arrogado semejante función sin ser legítimamente enviados. Debía de ser habitual en él esta oración que dejó escrita al comienzo de uno de sus sermones cuaresmales: « ¡ Oh Dios bueno, Dios de infinita clemencia y misericordia! Si me envías a predicar a este pueblo como enviaste a tus santos profetas, mira, te ruego, oh Señor, cómo mis labios son mucho más incircuncisos que los de Moisés, mucho más contaminados que los de Isaías. Oh Señor Dios mío, que purificaste con una brasa ardiente los labios del profeta Isaías, purifica mi corazón y mis labios, a fin de que yo pueda anunciar dignamente tu Evangelio ... Ayúdame, te suplico; ensé– ñame lo que debo decir; pon en mi boca tus palabras ... )> (12). En conclusión, el proceso vocacional de.san Lorenzo, desde los primeros destellos de una niñez privilegiada hasta la manifestación definitiva del designio de Dios, que le iba conduciendo misteriosa– mente para hacer de él un agente de primer orden en la renovación religiosa de Europa y un mensajero de paz, estuvo lejos de ser un camino lleno de luz y de consolación espiritual. Dios preparaba el instrumento purificándolo. Y esta conciencia de ser puro « instru– mento)) en manos de Aquel que lo había llamado, pero instrumento libre que en cualquier momento podía, con su infidelidad, inutilizar la obra de Dios, fue sin duda lo que más contribuyó a crear en el predicador y en el diplomático aquel temple resuelto y humilde al mismo tiempo, que le iba abriendo todos los caminos. Todo le venía de Dios: no sólo la vocación a la vida capuchina, al sacerdocio, al ministerio, a la acción pública en bien de la Iglesia, sino el conjunto de recursos sobrenaturales y de cualidades humanas, en especial aquella facilidad para las lenguas bíblicas, cuyo dominio confesó confidencialmente deberlo a una comunicación superior por media- (u) ARTURO M. CARMIGNANO, o.e., I, 192. (12) Quadrages. II, Opera omnia, V, r, 95s. Laurentianum. An. X 29

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz