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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 88 abrigo de un islote, llamado Cauda, con dificultad logra– mos hacernos con el esquife. 17 Después de haberlo subido a bordo, se usaron los medios de seguridad, cinchando la nave con maromas; temiendo encallar en la Sirte arroja– ron el áncora flotante, dejándose así llevar a la deriva *. 18 Como la tempestad arreciase más violentamen.te , al día siguiente lanzaron parte del cargamento 19 y al tercer día, con sus propias manos arrojaron el aparejo de la nave. 20 Durante varios días no lucieron el sol ni las estrellas y, continuando encima la furiosa tempestad, al final perdi– mos toda esperanza de salvarnos. Pablo anima a sus compañeros 2 1 Llevábamos mucho tiempo sin comer, cuando Pablo, de pie en medio de ellos, dijo: Amigos, valía más haber seguido mi consejo de no abandonar Creta para evitar este peligro y este daño. 22 Pero ahora os exhorto a que ten– gáis ánimo, porque ninguno de vosotros perderá su vida, solamente perecerá la nave. 23 Pues un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien adoro se me ha aparecido esta noche 24 y me ha dicho: No tengas miedo, Pablo. Es ne– cesario que comparezcas ante el César. y he aquí que Dios te ha hecho gracia de todos cuantos navegan contigo. Así, pues, cobrad ánimo, amigos; porque confío en Dios que sucederá como se me ha dicho. 26 . Pero debemos en– callar en una isla. La nave se acerca a tierra 27 Cuando llegó la décimacuarta noche, navegando a la deriva por el Adriático, a eso de medianoche, sospecharon los marineros que se acercaban a alguna costa *. 28 Y arro- 17 El huracán los empuja en dirección suroeste hacia la Gran Sirte, entre el golfo de Cirenaica y Trípoli donde abundan los ban– cos de arena azotados por fuertes corrientes marinas. El peligro era extraordinario. 27 Los geógrafos antiguos daban este nombre al Mediterráneo centraJ que se extiende entre Sicilia y Malta al oeste, Grecia y Creta al este. 28 Una braza medía 1,85. Los mapas hidrográficos confirman la exactitud de la noticia. Para no encallar debe inmovilizarse la nave media.nte las áncoras y esperar que amanezca.