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7 HECHOS DE LOS APÓSTOLES 3, Jll8UJ;rils.~o Se pone de relieve la exaltación de Cristo después de su resurrección y ascensión. La divinidad de Cristo se des– prende no. tanto de afirmaciones directas cuanto de la vida, hechos, títulos que de él se describen: más grande"i:1ue David, juez de vivos y muertos (10, 42; 17, 31), el, Señor de todos (10, 36);' él autor de la gracia (15, 11). La vida íntima de los diScípu,lós .manifiesta · claramente la áéencia de la primitiva. Iglesia. en la divinidad. de su Fundador; así,. por '.ej,emplo; el título, de Señor con que se designaba á Dios, es frecuentemente. 'aplicado a Jesús por los pri~ meros cristianos (4,49; 7; 59~'60;,W, 36...). 4, Espíritu· Santo Al Libro de los Hechos se le ha llamado con expresion feliz "EL EVANGELIO 'IJEL' ESPlRITU SANTO", porque en él se describe constante y sistemáticamente la acción eficiente y confortante del Espiritu Santo en la expansión de la Iglesia. Este'· carácter . dá al Libro de los Hechos una fragancia singular i ' un dima intenso de'; alegria espiritual' de maravillosa, sobrenaturalidad; desde• donde · se explica satisfactoriamente el fenómeno histórieo, · humanamente in– explicable e incomprensible, del nacimiento creci·ente y ver– tiginoso del Cristiánisnio. Además de todo, esto;, el Libro. de los Hechos nos ofre– ce pormenores e infarmes · extraordinarianiente cordiales y preciosos sobre la vida de las primeras comunidades cris– tianas: vida de oración y com'únidad de bienes en la Igle– sia .de Jerusalén (2, 44-45; 4, 32-36); celebración 4e la Euca– ristíá (2, 42). Si, a esto' s~ áñaden los reportajes ,Zenos de habilidad descriptiva; de fina ironía, a veces, al pintar los personajes• y las ·situaciones; de conmbvedora ternura, como la escena de la despedida de [os ancianos de Bfeso (20, 17~38), concluiremos que este 'Libro encierra un valor. in– menso en el campó doctrinal, religioso y humano. No es f/Xtraño, pues, que al célebre Lacordaire conmoviesen tanto sus páginiz.s. · · · '