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HECHOS DE WS APÓSTOLES 86 Festo interrumpe a Pablo 24 Mientras Pablo afirmaba esto en su defensa, Festa exclamó en alta voz : Estás loco, Pablo; tus muchas letras te han hecho perder la cabeza *. 25 Pero Pablo respondió : No estoy loco, excelentísimo Festa, sino que profiero pa– labras verdaderas y sensatas. 26 Porque bien enterado está de estas cosas el rey a quien hablo con toda confianza; ya que estoy convencido de que nada de esto le es extra– ño, pues no ha sucedido en un rincón apartado. 27 ¿ Crees, oh rey Agripa, en los profetas? Yo sé que crees. 28 Agripa dijo a Pablo: Falta poco para que me persuadas a hacerme cristiano *. 29 Pablo replicó : Falte poco o mucho, pluguie– ra a Dios que no solo tú, sino cuantos ahora me escucháis, llegaseis a ser como yo, pero sin estas cadenas. 30 Se levan– taron el rey y el Procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados, 31 y mientras se retiraban se decían unos a otros : Este hombre nada ha hecho que merezca la muer– te o la cárcel. 32 Agripa dijo a Festo: Este hombre podía ser puesto en libertad si no hubiese apelado al César. Camino de Roma 27 Cuando se decidió que embarcásemos para Italia, en- tregaron a Pablo y a otros presos a un centurión llamado Julio, de la cohorte Augusta *. 2 Subiendo a una nave de Adramito que iba a salir para los puertos de Asia, nos hicimos a la mar en compañía de Aristarco, macedo- 24 Las afirmaciones de Pablo son extravagantes para Festo. So– lamente un loco puede proponer como Mesías a un crucificado, de quien dice que ha resucitado : otra locura, pues la, resurrección es imposible (17-32). 28 ¿Habla Agripa en serio indicando que las palabras de Pablo le han inquietado, o más bien en sentido irónico? Nos inclin'lmos más bien por Jo segundo. l La narración de este viaje es tan minuciosa, con tan precisas y preciosas noticias sobre el arte de la navegación, que constituye un verdadero diario de viaje y un documento excepcional en su género. 2 El mar era entonces el camino más seguro, más corto y más rápido para llegar a Roma. La travesía de Italia a Egipto duraba unos doce días. Pero el viaje en sentido inverso, a caus<1 !,l,:i la di– reción de los vientos, exigía 4nos dos meses,
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