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69 HECHOS DE LOS APÓSTOLES Conocéis bien cómo me he portado con vosotros constan– temente desde el día en que llegué a Asia *, 19 sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas provenientes de las asechanzas de los judíos. 20 Como no he rehusado nada de cuanto pudiera seros útil, no descuidando predicaros e instruiros en público y a do– micilio, 21 anunciando a los judíos y a los griegos la con– versión a Dios y la fe en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora veis que, obligado por el espíritu, voy a Jerusalén, sin sa– ber lo que me sucederá allí; 23 una cosa, sin embargo, sé: Que el Espíritu Santo en cada ciudad me asegura que me esperan cadenas y tribulaciones. 24 Pero no considero digna de estima la vida con tal de terminar mi carrera y cum– plir la misión que he recibido de Jesús, el Señor, de anun– ciar la buena nueva de la gracia de Dios. 25 Ahora sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volveréis a ver mi rostro *. 26 Por eso, hoy os aseguro que soy inocente de la sangre de todos. 27 Pues nada he escatimado para anunciaros plenamente los desig– nios de Dios. 28 Mirad, pues, por vosotros mismos y por todo el rebaño, sobre el cual el Espíritu Santo os ha cons– tituido obispos para apacentar la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre *. 29 Yo sé que después de mi partida se introducirán entre vosotros lobos voraces que no perdonarán al rebaño; 30 y que de entre vosotros mismos surgirán algunos para enseñar doctrinas perversas y arrastrar a los discípulos en pos de ellos; 31 Velad, pues, recordando que durante tres años, noche y día, no cesé de de Pablo y constituye su testamento pastoral. Un documento admi– rable que revela la, grandeza del corazón del apóstol, su entrega ab– soluta a la salvación de las almas, su manifestación sincera de haber hecho todo lo posible para cumplir su misión. Previendo una sepa– ración definitiva hace unas solemnes recomendaciones a los pastores de la Iglesia : vigilante preocupación, desinterés y caridad. 25 Pablo no pensaba volver a Efeso. Pero, por las cartas pasto– rales (2 Tm 4, 20), sabemos que después de su primera, cautividad, volvió a Asia Menor. 28 A los discípulos que vienen desde Efeso a visitarlo, Pablo les llama obispos, que quiere decir vigilantes, "inspectores". A estos mis– mos más arriba, les llama presblteros. No sabernos qué oate¡¡orfa tenían estos obispos, pues la terminología en esta época es poco de•

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