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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 68 En Tróade resucita a Eutico 7 El primer día de la semana nos reunimos para la fracción del pan; Pablo, que debía irse al día siguiente, se entretuvo conversando con ellos y prolongó el diálogo hasta medianoche *. 8 Había numerosas lámparas en el piso superior donde estábamos reunidos. 9 Cierto joven, llama– do Eutico, que estaba sentado en la ventana, se durmió profundamente mientras Pablo alargaba el coloquio. Ven– cido por el sueño, cayó del tercer piso abajo y lo reco– gieron muerto. 10 Entonces bajó Pablo, se inclinó sobre él, y, tomándolo en brazos, dijo: No os turbéis, porque su alma está en él. 11 Subió de nuevo, partió el pan y comió; y habiendo hablado largo rato, se ausentó. 12 Entre tanto trajeron al muchacho vivo y se consolaron grandemente. En Mileto la Nosotros, adelantándonos por mar, navegamos hasta Asso, donde debíamos recoger a Pablo, pues así lo había dispuesto; él hacía el viaje por tierra. 14 Cuando se reunió con nosotros en Asso, lo recogimos a bordo y lo llevamos a Mitilene. 15 De allí, navegando, llegamos al día siguiente frente a Quío; al otro día tocamos Samas, y al tercero, después de detenernos en Trogilio, llegamos a Mileto. 16 Porque Pablo había decidido pasar de largo a Efeso para no perder tiempo en Asia, pues le corría prisa estar en Jerusalén, a ser posible, el día de Pentecostés. Entrevista con los presbíteros de Efeso 17 Desde Mileto mandó llamar a los presbíteros de la iglesia de Efeso. 18 Cuando estuvieron ante él, les dijo: 7 Nuestro domingo habría ya, con toda proba.bilidad, sustituido al sábado judío. Era el día consagrado al Señor, en el que los cris– tianos se reunían para la oración, la instrucción catequética, y la fracción del pan, es decir, la celebración eucarística. Los exegetas no están acordes sobre la hora de estas reuniones : ¡,la, noche del sábado al domingo o la del domingo al lunes? La primera opinión es más probable fundada en el hecho de que la tradición cristia– na consideró esta noche como la. noche de la resurrección del Señor. 18 Esta alocución de Pablo a los presbíteros es una de las pági– nas más emotivas del libro de los Hechos. Es el tercer gran discurso
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