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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 56 adivinación y con sus predicciones proporcionaba pingües ganancias a sus dueños *. 17 Siguiendo a Pablo y a nos– otros comenzó a gritar: Estos hombres son servidores del Dios Altísimo y os anuncian el camino de la salvación. 18 Esto lo repitió durante muchos días. Por fin, Pablo, molestado, volviéndose dijo al espíritu: En nombre de Je– sucristo te mando que salgas de ella; y al instante salió. Prisión de Pablo y Silas 19 Viendo sus dueños disipada la esperanza de sus ga– nancias, prendieron a Pablo y a Silas y por la fuerza los llevaron a la plaza ante las autoridades. 2 º Los presentaron a los magistrados, diciendo : Estos hombres, siendo .judíos, soliviantan nuestra ciudad, 21 y enseñan costumbres que nosotros, siendo romanos, no podemos aceptar ni poner en práctica. 22 La multitud se amotinó contra ellos, y los magistrados, haciendo que les quitasen los vestidos, les mandaron azotar. 23 Después de darles muchos golpes, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vi– gilase cuidadosamente. 24 Teniendo en cuenta esta orden, los llevó a lo más profundo de la cárcel y sujetó sus pies en el cepo*. Conversión del carcelero 25 Hacia medianoche, Pablo y Silas elevaron himnos a Dios mientras los otros presos les escuchaban. 26 De pron– to se produjo un gran terremoto que conmovió los cimien– tos de la cárcel; inmediatamente se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. 27 El carcelero se despertó y viendo las puertas de la cárcel abiertas, cre– yó que habían huido los presos y desenvainó la espada para matarse. 28 Pero Pablo exclamó con voz fuerte: No amos. El espíritu Pitón, según la mitología griega, era el espíritu encarnado en serpiente que dictaba los oráculos en Delfos. De aquí el nombre de "pitonisa", dado a las adivinas, 24 Los cepos eran barras horizontales de hierro o de madera con agujeros por donde se obligaba a los presos a meter los pies, y a veces el cuello y la,s manos, que inmovilizaban los movimientos y ori– ginaban gran dolor.