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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 50 nio algunos judíos quienes, ganándose a la multitud, ape– drearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, cre– yendo que estaba muerto. 2 º Los discípulos le rodearon, se levantó y entró en la ciudad. Y al día siguiente salió con Bernabé hacia Derbe. Regresan a Antioquía de Siria 2 1 Después de haber evangelizado esta ciudad y de ha– ber hecho muchos discípulos, regresaron a Listra, Iconio y Antioquía. 22 Fortalecieron los ánimos de los discípulos, exhortándoles a permanecer en la fe, y diciéndoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios *. 23 Establecieron presbíteros en cada Iglesia y con oraciones y ayunos los encomendaron al Se– ñor, en quien habían creído. 24 Atravesando Pisidia, llega– ron a Panfilia, 25 y, después de predicar la palabra en Per– ge, bajaron a Atalía; 26 de aquí navegaron hasta Antio– quía, de donde, encomendándose a la gracia de Dios, ha– bían partido para la hazaña que acababan de realizar. 27 Nada más llegar reunieron la comunidad y contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Permanecieron bastante tiempo con los discípulos. Ocasión del Concilio de Jerusalén }5 Algunos, que habían bajado de Judea, enseñaban a los hermanos esta doctrina: Si no os hacéis circun– didar según la ley de Moisés no podréis salvaros *. 2 Pro- 22 La fe debe ser la fuerza para soportar las pruebas, patrimonio del cristiano, según las palabras de Jesús (Jn 15, 20). l Los judíos convertidos no aciertan a comprender la indepen– dencia y el universalismo de la nueva doctrina. Pretenden que para ingresar en la Iglesia se acepten las prescripciones mosaicas y la cir– cuncisión. El peligro que esta postura entraña es muy grave. Si estas prescripciones son necesarias para hacerse cristiano, la Iglesia, no será sino una secta judía ; se niega el carácter transitorio de la antigua eco– nomía, la suficiencia de 1~ redención y el valor de la sangre y de los méritos de Cristo. Esto significa vaciar de todo su contenido al cristianismo. 2 Pablo y Bernaibé, que consideran abrogadas estas prácticas mo– saicas (Gl 2, 6), reaccionan enérgicamente. Como solamente los após-