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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 26 29 Ante estas palabras Moisés huyó y se fue a vivir como extranjero en la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos. 30 Al cabo de cuarenta años se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí en medio de la llama de una zarza que ardía. 31 Moisés se maravilló al ver la aparición. Mientras se acercaba para observar, se oyó la voz del Se– ñor: 32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Lleno de miedo, Moisés no se atrevía a mirar *. 33 Pero el Señor le dijo : Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa. 34 He visto ciertamente la aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído su llanto y he bajado para librarlo. Ven, pues, que te voy a enviar a Egipto *. 35 Y Dios le envió como jefe y libertador, por medio del ángel que se le había apare– cido en la zarza, al mismo Moisés a quien ellos habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha constituido jefe y juez? 36 El los liberó, obrando prodigios y señales en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. 37 Este es Moisés, el mismo que dijo a los israelitas: Dios os sus– citará de entre vuestros hermanos a un profeta como yo *. 38 El es quien, en medio de la asamblea reunida en el de– sierto, hizo de mediador entre el ángel que le hablaba so– bre el monte Sinaí y nuestros padres; él recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros, 39 a quien nuestros padres no solo se negaron a obedecer, sino que lo recha– zaron y volvieron con su corazón a Egipto, 40 diciendo a Aarón : Haznos dioses que nos guíen, porque no sabemos qué se ha hecho ese Moisés que nos sacó de Egipto *. 4 1 Y fabricaron un becerro por aquel tiempo; ofrecieron sacrificios al ídolo y festej1ron alegremente la obra de sus manos. 42 Dios se apartó de ellos y los entregó al culto de los astros del cielo, según está escrito en el libro de los pro- 32-34 Ex 3, 5-8. 37 Dt 18, 15. 38 Así, como la observancia de la Ley es principio de vida (Dt 4, 1 ; 8, 1, 3 ; Le 18, 5) de iguaJ modo la predicación del mensaje evan– gélico es para los cristianos "palabra de vida" (Fl 2, 16), de salva– ción (Hech 13, 26). Cristo mismo es la "Palabra de vida" (1 Ju 1, 1)- 40 Ex 32, 1-3. 42 Am 5, 25-27- Esteban cita al profeta, según se lee en la ver– sión griega. de los Setenta-

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