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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 22 hombres y dejadlos marchar. Porque si esta idea o empresa es de hombres, caerá por sí misma, 39 pero si verdadera– mente es de Dios, no podréis destruirla. No corráis el riesgo de entablar guerra con Dios. Y siguieron su consejo. 4 0 Llamaron a los apóstoles y, después de haberles hecho azotar, les prohibieron hablar en nombre de Jesús; luego les pusieron en libertad. 41 Ellos se alejaron del Sanedrín contentos de haber sido hallados dignos de padecer por el nombre de Jesús *. 42 No cesaban cada día de enseñar y anunciar, en el templo y en las casas, a Cristo Jesús *. Elección de los siete diáconos 6 Por aquellos días, habiendo crecido el número de dis- cípulos, los helenistas presentaron queja contra los he– breos, porque en el servicio diario eran preteridas sus viu– das *. 2 . Convocando los doce a la asamblea de discípulos, dijeron: No está bien que nosotros descuidemos la pala– bra de Dios para servir las mesas. 3 Elegid, pues, herma– nos, de entre nosotros a siete hombres de buena repu– tación, llenos de espíritu y sabiduría, para confiarles este oficio. 4 Nosotros, por nuestra parte, nos dedicaremos asi– duamente a la oración y al ministerio de la palabra. 5 Agra– dó la propuesta a toda la asamblea y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Pró– coro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosé– lito de Antioquía. 6 Les presentaron a los apóstoles, quienes, después de hacer oración, les impusieron las manos *. 7 La 41-42 Esta postura de los apóstoles indica la profunda transforma– ción que se ha obrado en su corazón por obra y gracia del Espíritu Santo• 1 Los helenistas eran judios nacidos en naciones paganas y que ha– bían fijado su residencia en PaJestina. Hablaban el griego, la lengua internacional de entonces, Los hebreos eran judíos nacidos en Pales– tina; hablaban el arameo. 6 La imposición de manos, como rito de transmisión de poderes, se practicaba, ya en el Viejo Testamento (Nm 8, 10; 27, 16-23); (Dt 34, 9). Mediante este gesto se confería a los elegidos una misión sa– grada y la gracia para cumplirla dignamente, 7 El texto destaca la conversión de los sacerdotes por ser perso– nas calificadas y reacias a la nueva doctrina. Eran miles los sacerdo– tes que se turnaban en el servicio religioso del Templo.

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