BCCCAP00000000000000000001106

-72- con todo, hay tantos desafueros y tantos crímenes ¿qué sería si solo el atentado materiai cayera bajo las amena– zas de Dios?.. Pues bien; he aquí que Jesús quiere pre• venir a sus discípulos contra las falsas doctrinas de los fariseos, y nos dice lo que acabais de oir en el Evangelio de hoy; quien insulta o su prójimo y le dice palabras inju– riosas y le guarda rencor y no quiere perdonarlo, es. dig– no de de gravísimos castigos y del fuego eterno del in– fierno; no es preciso que le pegue o que le mate para con– denarse: el odio del corazón o la palabra injariante es causa de eterna condenación. Nadie puede acercarse al altar a tratar con Dios lle• vando odio en su corazón, Nadie puede llamar a Dios, Pa• dre, si aborrece a otro que es su hermano, porque es tam– bién hijo de Dios. Esos labios amargados con los insultos no serán escuchados cuando recen, si antes no se han pu– rificado y han pedido perdón. Tal es la ley cristiana de la justicia y de la caridad. Pensad ahora si los nifios y nii'ias estarán en dispo– sición de rezar y de hablar con Dios después de tantas rifias y rabias y resentimientos tenidos y guardados con– tra sus hermanitos, contra sus compañeros y, quizá con– tra sus padres y maestros? No es verdad que. refiís por cualquier cosa? Están muy alegres los nifios jugando en la calle o en la plaza o en el patio del colegio: todo son risas, saltos y voces de entusiasmo: pero de repente co– mienza uno a llorar, otro grita palabras feas, Ilámanse tontos, falsos y otras palabras mal sonantes; interrúmpe– se el juego, y los que comenzaron muy amigos, acaban enemigos y pasan unos días sin hablarse y contando mil mentiras de sus compafieros. Lo mismo las nifias, parecen todas muy buenas amigas y compai'ieras, pero porque se figura una que otra es preferida por la profesora, o por– que va mejor vestida o porque ha oído un cuentecito de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz