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- 69- La otra virtud incluida en la justicia cristiana es la conmiseración y el perdón ante las miserias físicas y morales de nuestro prójimo: perdón, indulgencia, son palabras inseparables del trato intimo con nuestros se– mejantes, vivimos de indulgencias mutuas: a cada paso la imploramos, pero somos tan injustos, que no nos sen– timos obligados a concederla, cuando nos ta piden, para esos casos reservamos la invocación a nuestros dere– chos. conculcados, a nuestra tranquilidad en peligro: queremos Justicia a secas, sin pensar que si se hiciera con nosotros la tendríamos por intolerable agravio. Veamos razones de vencimiento propio y ocasiones de ejercitar el dominio sobre nosotros mismos y títulos pa– exigir perdón en cuanto nos repugna y molesta en nues– tros hermanos: eso es justicia, lo demás es farisaismo. Pero·si hemos de sostener en esas alturas las relacio– nes sociales cristianas, será preciso amar al prójimo: la estima que se queda en la región de las ideas, o el per– dón arrancado a nosotros por egoísmo, son estados vio– lentos, no pueden mantenerse, ha de venir la caridad a crear en nuestro corazón manantiales de afecto sincero y a poner en nuestros labios dulzura para tratar con los demás, y ese manantial de dulzura solo de Dios puede manar, de su amor: quien ama a su prójimo, por Dios le ama de veras y cumple todos los mandamientos y ajus– ta su vida a la eterna justicia. Amando a Dios, nos sen– timos sus hijos, lo llamamos Padre y cada día lo invo– camos en favor de nuestras miserias y necesidades del cuerpo y del alma; y, rezando todos los días el «Padre nuestro» saldrían de nuestros labios palabras injuriosas para motejar al hermano que lo líama como nosotros?..

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