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-64- ·fin moral las acciones de los hombres: es su espíritu, su vida, la fuerza impulsora de su actuación. Jesús había . ,elegido sus doce primeros colaboradores en la obra de la Iglesia que sería en la tierra el comienzo del Reino de los cielos; por esto vemos en las páginas evagélicas el interés amoroso con que se dedica a adoctrinarlos e infundirles el espíritu de su Obra redentora. No había venido El a abolir la Ley antigua y los Profetas, sino a -completarla y verificar cuanto estaba anunciado; «falta– rá antes el Cielo y la tierra que dejar de cumplirse la Ley moral». Jesús esclarece con ensefianzas precisas los preceptos morales, desglosa el Decálogo de las ca– prichosas interpretaciones rabínicas, limpia así el cami– no del Cielo deformado por tos falsos conductores del pueblo de Dios y eleva las almas hasta el espíritu de la ley para cumplirla afectuosamente. El famoso Sermón de la Montafia, del que el Evangelio· de hoy es un pre– cioso fragmento, fué la iniciación de sus discípulos en la doctrina que diferenciaría para siempre su vida de la de los judíos. Sentado Jesús en la altura, rodeado de los doce y de una muchedumbre compuesta de galileos y judíos venidos de Jerusalén y de gentiles vecinos de tas ciudades limítrofes Tiro y Sidón, comenzó a hablar declarando en las ocho bienaventuranzas el pensamien– .culminanate, la quinta esencia de su doctrina para las álmas que desean sublimarse a la perfección y apode– rarse de la felicidad, suprema aspiración del corazón humano. Luego pasa a explicar el concepto de la justi– -eia con Dios y con los hombres, es decir, de aquello que debería practicar cualquiera que desee pertenecer a su escuela y a su rein<;>; y finaliza su discurso inmortal con

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