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Outnto Domingo después de Pentecostés El cumplimiento de nuestros deberes para con Dios es garantía de orden, justicia y paz en las relaciones con nuestros semejantes. Evangelio, según San Mateo (Cap. V). En aquel tiempo, dijo Jesús á sus discípulos: Si vuestra justicia no es mas llena y más perfec• ta que la de los escribas y fariseos, no entrareis en el reino de los cielos. Habeis oido que se dijo á vuestros mayores: No matarás, y que quien matase, será condenado á muerte en juicio. Yo os digo más, quen quiera que tome ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le condene. Y el que le llame raca, merecerá que le condene el concilio. Más quen le llamare fatuo, será reo del fuego del infierno. Por tanto, si al tiempo de ofrecer tu ofrenda en el altar, allí te recuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra tí, depón allí mismo tu ofrenda delante del altar,. 1J ve primero á reconciliarte con tu hermano, y después volverás á depositar tu ofrenda. Aclaración literal del texto Lo. que es el alma para el cuerpo, es la doctrina pa– ra toda asociación humana que intente enderezar a un
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