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-53- muestra a Jesús hablando al pueblo desde la barca de Simón: no se nos dice la doctrina que entonces en– señó, pero como sabemos que las acciones del Ver– vo Divino son elocuentes palabras y ensefianzas práti– cas, es indudable que esta acción las encierra. La tie– rra firme de Cafarnaún que Jesús deja para subirse a la barquilla, es el pueblo judío a quien el Hijo de Dios to– mó como punto de apoyo para anunciar la buena nueva del Evangelio. Declaró El,en cierta ocasión, que perso– nalmente había venido para reducir a los israelitas al conocimiento de su destino que no era otro sino servir de vehículo a la Redención: rechazado por los suyos el , Evangelio, emigraría a paises leganos, así to manda et Maestro al decir a Simón Pedro, «duc in altum» entra– te mar adentro, abandona las ingratas playas de Gali– lea y Judea: y, mecido por las inquietas aguas, conti– nuará ensefiando al mundo en la barca del pescador convertido por vocación divina en pescador de hombres. Pedro y sus compafieros, pudieran amilanarse ante ta empresa de convertir el mundo al:IEvangelio: podrían decir al Sefior que remando toda la noche y toda la vi– da no habrían consegido nada, pero echarán las redes de la predicación en las profundas aguas por el nombre de Jesús y la pesca será prodigiosa; esto simboliza la , del lago que hoy nos relata el Evangelio. Pero, como no siempre la perfección anda junta con el.número, la multitud de almas que entrarían en la Iglesia no serían todas dóciles e identificadas con el espíritu del Maes– tro: forcejearían por romper la red, y la Iglesia tendría que vencer dificultades internas no menores que las de afuera, y las vencería todas por la presencia real de Je-
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