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-52- dasen. Vinieron luego, y llenaron tanto de peces las dos barcas, que faltó poco para que no se hundiesen. Lo que viendo Simón Pedro, se arro– jó á los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador. Y es que el asombro se había apoderado así de él como de tados los demás que con él estaban, á vista de la pesca que acababan de hacer; lo mismo que su– cedía á Santiago y á Juan, hijos del Zebedeo, compañeros de Simón. Entonces jesús dijo á Si– món: no tienes que temer, de hoy en adelante se– rán hombres los que has de pescar para darles la vida. Y ellos, sacando Las barcas á tierra, de– jadas tadas las cosas, le siguieron. Aclaración literal del texto. La vocación de Simón el pescador, de Santiago y de Juan se anuncia en esta página evengélica como un hecho definitivo que indica claramente los designios de Jesús sobre el porvenir de su Obra. La vocación de Abrahán aseguró en el mundo el conocimiento de un Dios único y viviente, inconfundible con el olimpo de ídolos y divinidades falsas creadas por los hombres. Jesús el Hijo de Dios vivo vino al mundo para demos– trar personalmente la acción providencial de Dios en las cosas humanas, y su magisterio, redención y salva– ción quedaron perpetuamente vinculados a la vocación de Pedro y sus compañeros que llevarían por toda la tierra el nombre y el Evangelio del Maestro y los fru– tos de su copiosa Redención. Observemos los detalles aparentemente insignificantes de la escena; se nos

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