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- 4-8 - Esta actitud de Jesús es una gran lección para voso– tros; ya sabeis quién es el que de veras os quiere y cuán– to podéis confiar en su bondad inagotable, aunque seais pobres, humildes y pecadores. Pero al mismo tiempo con– viene fijarse en la razón que el Señor tenía para rodear– se de publicanos y pecadores, y admitir los convites que ellos le ofrecían, y visitarlos en sus casas, no sea que al– gunos nifíos se escandalicen también como los fariseos y pretendan excusarse con el ejemplo del Divino Maestro para andar con malas compañías. Ya habreis advertido, .que el Evangelío dice cómo los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús por escuchar su sapientísima doc– trina; es decír, que acudían a El dispuestos a seguirle, y por lo mismo, abominando en principio de todo lo malo que pudiera haber en su vida y en su conducta. Por esto Jesús los recibía, les hablaba, los compadecía, los trataba con todo el carifío, y dejaba que los orgullosos fariseos se mordieran de rabia y le mordieran a El mismo en su reputación. Jesús estaba libre de todo contagio de pecado y podía estar entre los malos sin menoscabo de su infini– ta santidad, como el rayo de sol que penetra en una cloa– -ca sin mancharse. Pensad vosotros sí en la compafíía de nífíos y nifías malos, en que muchas veces se ve a niños, concurren estas circunstancias. Os reprendemos por ello, cuando no son _ellos los que vienen con vosotros a lugares santos y segu– ros de toda maldad, para aprender lo bueno que vosotros sabéis y practicais, sino cuando sois vosotros los_que, por dar gusto a los malos, vais donde ellos están, lejos de la iglesia, de la escuela, de la casa paterna, en sitios peligro– sos, a donde concurren los jóvenes de mala vida y·de con– versación escandalosa. Esto es malo, esto no hacía Je• sús; esos pecadores con quienes os juntáis no quieren aprender de vosotros lo bueno, sino que aprendais de

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